Con negritas

Dos grandes operaciones en la pista de despegue

Si las cosas no se tuercen, de aquí a un mes se habrán resuelto dos grandes operaciones en curso: la venta de Spanair, segunda aerolínea española, propiedad del grupo escandinavo SAS, y la fusión de Vueling y Clickair, que contribuirá a racionalizar la oferta de vuelos de bajo coste, ahora demasiado dispersa.

Ambos procesos se han visto entorpecidos por las notables incertidumbres que pesan sobre el sector por culpan de brutal encarecimiento del precio de los combustibles. Pero la culpa de que el desenlace se esté retrasando no es sólo de esta coyuntura.

Spanair no ha conseguido atraer muchos novios y sus dueños han tenido que prorrogar varias veces el plazo para la adjudicación de la compañía, que primero fue de cuatro meses, después se amplió a nueve y el 13 de junio cumplirá un año.

Dos candidatos han llegado a la recta final: Iberia, de la mano de Gestair, y la pequeña operadora de vuelos chárter Gadair, presidida por SANTIAGO SÁNCHEZ MARÍN, que poco después de presentar la oferta rompió con su partenaire financiero, el fondo de inversión portugués Longstock de VÍTOR PINTO DA COSTA.

A SAS no acaba de convencerle ninguno de los dos. Iberia, porque su propuesta económica está por debajo de las expectativas de los escandinavos. Y Gadair, porque no tiene la consistencia suficiente para un traspaso con garantías, sobre todo desde que se quedó sola.

La entrada en danza de un grupo de empresarios catalanes, animados por JOAN GASPART, ha añadido confusión al asunto, aunque nada tendría de particular que al final fueran ellos quienes se llevasen el gato al agua.

Para darle crédito a su iniciativa, esos empresarios han mantenido contactos con Marsans, cuyo presidente, GONZALO PASCUAL, no le hace ascos a la posibilidad de ponerse de nuevo a los mandos de la compañía que ayudó a fundar en 1986. A su socio de toda la vida, GERARDO DÍAZ FERRÁN, después de la mala experiencia de Aerolíneas Argentinas, la idea le seduce bastante menos.

La fusión de Vueling y Clickair tropieza con otros inconvenientes, aunque, como en el caso de la venta de Spanair, está por medio Iberia y existe el temor de que eso perjudique al aeropuerto de El Prat en beneficio de Barajas, donde la aerolínea de bandera tiene el reto de rentabilizar con más tráfico las costosísimas inversiones realizadas en la T4.

El principal accionista de Vueling es JOSÉ MANUEL LARA, con un 26,8% del capital. Enfrente, Iberia controla un 20% de Clickair, pero con la salvedad de que son suyos el 80% de los derechos políticos. Eso significa que, si la fusión se consuma, podría hacer y deshacer a su conveniencia en la sociedad resultante, salvo que los acuerdos recojan un reparto del poder más equilibrado. Las aspiraciones de Lara van por ahí, aunque es lógico que Iberia se resista a soltar lo que ya tiene en sus manos.

Uno de los que más empeño ha puesto en la negociación es el presidente de Vueling. JOSEP PIQUÉ cree ciegamente en las ventajas de la fusión con Clickair, que permitiría hacer frente a la competencia de los gigantes europeos Easyjet y Rynair. La fuerza de esa unión es tanto más necesaria ahora que los costes se han disparado por la escalada del petróleo. Vueling, pese a aumentar sus ingresos, perdió en el primer trimestre 32,4 millones de euros, un 47% más que el año anterior.

Piqué es partidario de que, una vez efectuada la fusión, se proceda a aquilatar los gastos, incluso con el desmantelamiento de rutas y la venta de aviones, lo que inevitablemente se traducirá en un ajuste de plantilla. El futuro que espera a los trabajadores de Spanair no parece más halagüeño, sobre todo si SAS tiene que quedarse con ella. Los escandinavos ya han anunciado que, en ese caso, tendrían que reducir la actividad a la mitad y despedir a los trabajadores que haga falta.

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