Con negritas

La banca siempre gana

El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lo constató hace mes y pico. Los márgenes empresariales, dijo, tienen mayor parte de culpa que los salarios en la escalada de la inflación. Mientras que estos llevan décadas subiendo a un ritmo moderado, el comportamiento de los beneficios ha sido rampante. Y, en el caso de la banca, su evolución ha alcanzado la categoría de disparate.

Quienes justificaban esas desorbitadas ganancias por la bonanza de la situación general no se habrán extrañado de que las alegrías sean menos ahora que pintan bastos.  Crecimientos del 30, del 40 o del 50%, como los que se han dado en los últimos años, son hoy impensables, aunque nadie puede garantizar que no vayan a reproducirse mañana, una vez que las aguas hayan vuelto a su cauce.

Aún así, la gran banca no tiene motivo para quejarse. Sus beneficios totales se han estancado, sí; pero los derivados de su actividad ordinaria continúan aumentando por encima del 16%. Eso significa que la intermediación pura y dura constituye un magnífico negocio incluso en tiempos de tribulación económica. Sólo a Santander, BBVA, La Caixa, Caja Madrid y Popular les ha proporcionado 10.125 millones de euros en el primer semestre; o sea, la friolera de 55,6 millones diarios.

El cobro masivo de comisiones, el ensanchamiento de los márgenes propiciado por los altos tipos de interés y el todavía limitado impacto de la morosidad explican que la gran banca se bandee más que bien en medio de esta desigual crisis.

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