Con negritas

Habitat vuelve al corredor de la muerte

Los acreedores se resistieron en su día como gatos panza arriba a refinanciar la deuda de Habitat, y el tiempo lamentablemente ha acabado por darles la razón. Siete meses han sido suficientes para que la empresa consumiera el balón de oxígeno que los bancos le concedieron a regañadientes a principios de año. Ahora, al borde de la asfixia, su presidente, BRUNO FIGUERAS, no ha tenido más remedio que pedir árnica de nuevo, aunque las posibilidades de que vuelvan a dársela son muy remotas.

Habitat, según los acuerdos alcanzados en febrero, debe hacer frente antes de finales de 2008 a la amortización de 35 de los 1.586 millones de euros que adeuda, correspondientes al crédito sindicado que pidió para la sonada compra de Ferrovial Inmobiliaria. Sin embargo, la brutal crisis del ladrillo le está impidiendo generar los recursos que exige el puntual cumplimiento de sus cuantiosos compromisos financieros.

Figueras, su socio de toda la vida, JOSÉ SUÑOL, y la propia Ferrovial, que se quedó con un 20% de Habitat tras colocarle su división inmobiliaria, vuelven a estar en manos de la banca, que ha acogido la nueva solicitud de ayuda con un entusiasmo perfectamente descriptible. No sólo albergan serias dudas de que prestársela sirva para algo, sino que varias entidades financieras han empezado a provisionar el posible quebranto de un concurso de acreedores que se atisba cada vez más cerca.

Desde los acuerdos de febrero, los accionistas minoritarios de Habitat han hecho poco ruido en comparación con la notoriedad que adquirieron mientras la negociación se estaba desarrollando, resignados quizás a que su inversión se evapore irremisiblemente, si no se ha evaporado ya.

DOLORES ORTEGA, EMILIO CUATRECASAS y compañía pusieron dinero en Habitat con la creencia, alimentada por Bruno Figueras, de que iban a hacer el negocio de sus vidas. A lo que parece, ninguno de ellos cayó en la cuenta de que, cuando el pez chico se come al grande, la digestión raramente es buena. La facturación de Habitat en 2006 no llegaba a los 200 millones de euros, lo que no fue óbice para que se metiera de hoz y coz en una operación cuyo coste multiplicaba por diez esa cantidad.

La banca no siempre gana

Si los compradores de Ferrovial Inmobiliaria fueron unos incautos, ¿qué decir de las 39 entidades financieras que le proporcionaron a Habitat los fondos que necesitaba? Por lo visto, ni sus gabinetes de estudios fueron capaces de prever la debacle que se avecinaba ni los analistas de riesgo pusieron graves pegas a la operación. O quizás sí lo hicieron, pero alguien desde más arriba decidió que era una buena oportunidad para sacar tajada y que no podía desaprovecharse.

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