Con negritas

Una ampliación de capital que reedita viejas guerras

La soterrada rivalidad que de antiguo mantienen los dos grandes grupos bancarios españoles ha emergido con ocasión de la macro ampliación de capital (7.194 millones de euros) emprendida por EMILIO BOTÍN hace una semana. El BBVA entendió que esta iniciativa condenaba al resto de las entidades a hacer lo mismo para equiparar sus ratios de solvencia con los del Santander y la atacó con inusual dureza en un escrito ampliamente difundido por toda la red de sucursales. En él se venía a decir que la ampliación era fruto de la agresiva política de compras del banquero cántabro y de su dificultad para desinvertir a buen precio por culpa de la crisis financiera.

El escrito levantó ampollas porque ponía el dedo en la llaga. Durante el último año y medio, Botín ha dado rienda suelta a su instinto depredador y se ha lanzado sobre las presas más apetecibles que se cruzaban en su camino. Gracias a ello, el Santander ha dado un paso de gigante hacia el objetivo de situarse a la cabeza de los mayores bancos del mundo (ya es el primero por beneficios, con 6.935 millones de euros entre enero y septiembre). Pero mantener esa tendencia expansiva requiere nuevos recursos, que Botín, a falta de otra alternativa mejor, ha decidido reclamar a sus propios accionistas.

Cuando la macro ampliación culmine, el capital del Santander representará un 7% de su volumen de riesgos, proporción equiparable a la de otros gigantes europeos como Crédit Agricole o Société Générale y muy superior a la del BBVA (6,4%). Este necesitaría captar del orden de 2.400 millones de euros, según un reciente informe de Merrill Lynch, aunque FRANCISCO GONZÁLEZ ha impuesto una estrategia mucho más comedida, basada en el control de gastos y en el crecimiento orgánico, que exige otras respuestas. Precisamente eso es lo que subrayaba el escrito puesto en circulación días pasados por el BBVA, que tan mal sentó al Santander.

La última operación de campanillas realizada por González se remonta a febrero de 2007, cuando adquirió por 7.300 millones de euros el Compass Bancshares, como parte de su expansión por Estados Unidos. Mientras tanto, Botín se ha echado al zurrón Banco Real, Antonveneta, Alliance & Leicester, Sovereing... Consecuentemente, la brecha entre Santander y BBVA ha crecido en capitalización y en volumen de activos.

Una decisión de última hora

De todas formas, la ampliación de capital no entraba en los planes del Santander, a pesar de que el citado informe de Merrill Lynch la consideraba conveniente también en su caso. El presidente y el consejero delegado, ALFREDO SAENZ, negaron públicamente que el banco necesitara reforzar sus recursos propios prácticamente hasta el día antes. Al final, sin embargo, hicieron caso a la sugerencia de Merril Lynch (propietaria del 0,15% del Santander), que ahora dirige la operación. 

La fallida venta de Cepsa

El empujón definitivo lo dio, sin pretenderlo, el fondo soberano de Abu Dhabi, al rebajar notablemente su oferta por el 30,6% que el Santander tiene en Cepsa. El banco esperaba que pagase 50 euros por acción; es decir, unos 4.200 millones. Pero los árabes se plantaron en 35. Antes que malvender  su paquete en la petrolera (que no es el mayoritario porque la francesa Total tiene el 49%), Botín optó por obtener los recursos que necesita mediante la macro ampliación de capital.

Antiguos adversarios

La rivalidad entre el Santander y el BBVA existe desde que ambos emprendieron hace diez años una disputada carrera por encaramarse al primer puesto del ránking nacional, después de sucesivas fusiones. El gato al agua se lo llevó Botín, al que no le ha importado abrir guerras (como la del pasivo) de las que siempre ha salido victorioso. Hoy gestiona depósitos de clientes por importe de casi 800.000 millones, frente a los 500.000 que tiene en cartera el BBVA.

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