Con negritas

Otra oportunidad para Spanair

El toque a rebato que dieron la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona ha movilizado los recursos justos para rescatar Spanair y afianzar de paso el futuro del aeropuerto de El Prat, que aspira a convertirse en un gran centro de distribución de vuelos intercontinentales entre Europa y Asia.

El consorcio escandinavo SAS, que el 31 de marzo cederá el control de la segunda aerolínea española, ha dado todo tipo de facilidades a los compradores, deseoso como estaba de deshacerse de un lastre insoportable para su cuenta de resultados, ya de por sí muy castigada por la actual crisis de la aviación comercial.

SAS transfiere el 80,1% de Spanair por el precio simbólico de un euro y, además, limpio de polvo y paja, pues se queda con los 465 millones de euros de deuda acumulada por la compañía y tiene muy adelantado un severo plan de ajuste de costes, que incluye la eliminación de  775 puestos de trabajo.

Por si fuera poco, los escandinavos se han comprometido a inyectar 50 millones algo más adelante, a continuar como socios industriales con el 19,9% y a arrimar el hombro en la gestión de Spanair, una de las mayores incógnitas de la operación, habida cuenta la falta de experiencia de los nuevos propietarios.

Estos son en su mayoría instituciones semipúblicas (Catalana de Iniciativas, Turismo de Barcelona, la Fira), pues la respuesta de los inversores privados ha sido relativamente tibia, cosa que no tiene nada de particular en razón de la envergadura de un reto que llega en el peor momento para el sector desde los atentados del 11-S.

No obstante, ya han expresado su deseo de participar en la compra los empresarios aglutinados en Volcat 2009 y otros de la hostelería, aunque todos ellos no sobrepasarán en principio el 30% de las aportaciones necesarias para iniciar la nueva etapa de Spanair, cifradas en unos 100 millones de euros.

Cuándo y cómo se concretarán esas aportaciones está todavía por ver, dada la persistente estrechez de los mercados financieros, que sin duda se dejará sentir a la hora de encontrar fondos para sacar adelante un negocio tan incierto, si bien hay que contar con que el Instituto Catalán de Finanzas y la propia Caixa se han ofrecido ya a prestar dinero.

 

Un proveedor imprescindible

Spanair proporciona a El Prat más de cuatro millones de pasajeros al año y, por lo tanto, sería una catástrofe para el aeropuerto que la aerolínea cayera en manos de alguien que no esté dispuesto a garantizar ese volumen de tráfico. El Prat es uno de los motores económicos de Barcelona y de Cataluña, y de ahí el empeño de las Administraciones local y autonómica por conjurar el peligro, por remoto que sea, de que Spanair dejara de operar en él.

Paralelismos con Iberia

Esta operación recuerda, por sus fines, la que impulsó la Comunidad de Madrid cuando Iberia fue puesta en venta en marzo de 2007. Finalmente fue Caja Madrid la que tomó el control de la compañía, lo que alejó cualquier posibilidad de un repliegue de Iberia en Barajas, que aporta el 10% del PIB regional. Ambos casos comparten también un mismo telón de fondo: el de la descentralización de la gestión aeroportuaria, atascada en el cenagal de la recesión.

No más ajustes

Los compradores catalanes de Spanair han dado su palabra de que la base operativa continuará en Palma de Mallorca, aunque la sede social y el domicilio fiscal pasen a Barcelona. Esa era una de las principales exigencias de las centrales sindicales, ya que el traslado completo afectaría a unos 500 empleados que ahora desempeñan su trabajo en Baleares. La plantilla de la aerolínea está compuesta por un total de 2.665 personas.

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