Con negritas

Iberia y British Airways, catorce meses después

Pese a llevar ya más de catorce meses de ininterrumpidas negociaciones, Iberia y British Airways siguen tanteándose con la misma desconfianza que dos boxeadores al inicio de un combate. Casi todos los detalles de su fusión están prácticamente perfilados desde antes del verano, pero ni la una ni la otra quieren echar las campanas al vuelo para no correr el riesgo de que el asalto final les pille con la guardia baja.

El irlandés WILLIE WALSH, consejero delegado de la aerolínea británica, rompió momentáneamente esa tónica hace sólo unos días con unas declaraciones optimistas, que sin embargo enseguida corrigió. "Hemos progresado en las reuniones posteriores al cambio de liderazgo en Iberia. Pero, como en toda operación, nada está acordado hasta que todo está acordado", dijo con cautela.

El cambio de liderazgo al que se refería es el nombramiento de ANTONIO VÁZQUEZ como presidente de la aerolínea española en sustitución de FERNANDO CONTE. Un cambio promovido por Caja Madrid en su condición de principal accionista de Iberia (controla casi el 24% del capital) y que se materializó sorpresivamente en la primera quincena de julio.
El objetivo del relevo era precisamente avivar las negociaciones con British Airways, que habían desfallecido tras la decisión de Conte de aprovechar la oportunidad que le brindaba su contrato de acogerse a la jubilación en 2010. Sin embargo, está por ver que el revulsivo que sin duda ha representado la llegada de Vázquez sea suficiente para sortear las dificultades objetivas con que todavía hoy tropieza la fusión.

A estas alturas, continúa en el aire la solución para el fondo de pensiones de los trabajadores de la compañía británica, que arrastra un déficit superior a los 3.000 millones de euros, inasumible por Iberia. Tampoco hay acuerdo sobre la ecuación de canje, aunque la reciente evolución de la Bolsa favorece las pretensiones de Walsh, partidario de que su compañía tenga en la nueva sociedad un peso mayor.

Sin paridad
El consejero delegado de British Airways siempre se ha negado a una fusión paritaria, que le resultaría muy difícil de defender ante sus accionistas por razones obvias. Además, ya no estaría justificada, toda vez que Iberia se encuentra muy por detrás en capitalización (2.093 millones frente a 2.804 con datos de ayer). En la época de Conte, llegó a ocurrir lo contrario y de ahí que Caja Madrid se hiciera ilusiones sobre el papel que le correspondería desempeñar en la sociedad resultante.

Frente común
Que se perdiera aquella oportunidad era algo que no le cabía en la cabeza ni a MIGUEL BLESA, presidente de la entidad financiera, ni a los demás consejeros de Iberia. La mayoría de ellos tenía plena conciencia de que difícilmente podría repetirse una coyuntura tan buena, aunque subestimaban la capacidad de los británicos para marear la perdiz a la espera de que el paso del tiempo les beneficiara.

Deprisa, deprisa
Blesa, temeroso de que todo se fuera al traste si dejaba transcurrir los plazos previstos, precipitó el relevo en la presidencia de la línea aérea. No le costó demasiado lograr la aceptación del cargo por Vázquez, que estaba en expectativa de destino tras su salida de Altadis. Sin embargo, la venta de la antigua Tabacalera a Imperial Tobaco, que con tanto éxito culminó, quizás ahora le parezca que fue un juego de niños al nuevo presidente de Iberia.

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