Con negritas

Un nuevo panorama para la CECA

La abrupta dimisión de JUAN RAMÓN QUINTÁS tras el último consejo de la CECA, celebrado la pasada semana en Sevilla, pone de manifiesto la existencia en la organización de caudalosas corrientes internas, que permanecían razonablemente encauzadas hasta que el debate sobre la elección del nuevo presidente ha hecho que se desborden. Esas
corrientes fluyen desde antiguo y no obedecen sólo a distintos puntos de vista sobre el modelo de cajas de ahorro, sino también sobre el de la propia CECA, que es por encima de todo un proveedor de servicios, muy útil para las entidades medianas o pequeñas y no tanto para las de mayor tamaño. De ahí que la procedencia de su máximo responsable no sea cuestión baladí, ni de puertas afuera ni de puertas adentro, como demuestra el deseo del Gobierno de tener enfrente un interlocutor de su gusto y la entrada en liza de la Caixa o Caja Madrid, que hasta ahora habían preferido mantenerse al margen de disputas internas por el poder.

La confluencia de estas dos circunstancias explica la irrupción de ISIDRO FAINÉ como candidato para tomar las riendas de la CECA frente a AMADO FRANCO, máximo responsable de Ibercaja y preferido de Quintás para la sucesión. Faine cuenta con la simpatía del Gobierno, pero sobre todo garantiza un tono distinto en la negociación del futuro de las cajas de ahorros, sobre algunos de cuyos aspectos mantenía Quintás (y, previsiblemente, mantendría Amado Franco) una posición irreductible, dado su rechazo a todo lo que huela, aunque sea de lejos, a una eventual privatización de las cajas. El presidente de la Caixa es más flexible  y  tiene un perfil conciliador que puede ser de inestimable ayuda para mejorar las relaciones con el Gobierno ante el incipiente proceso de concentración y la posterior reforma del marco legal que ELENA SALGADO ha prometido. Sin embargo, eso despierta recelos en las cajas de menor tamaño, partidarias en general de una posición de firmeza contra cualquier intento de trastocar el actual statu quo, en especial si beneficia a gigantes como la Caixa o Caja Madrid, con las que cada ves se sienten menos identificadas.

Distinta utilidad
Ese statu quo concierne a la legislación vigente y también a las funciones de la CECA, que para muchas de ellas resulta desde hace tiempo un instrumento imprescindible, generador de múltiples ahorros, particularmente necesarios en la actual época de crisis financiera. La mutación en un lobby y el adelgazamiento de su estructura son cosas que las grandes verían con  buenos ojos, pero otras las perciben como una auténtica amenaza.

Qué organización
Por eso, el 20 de abril, cuando se celebren finalmente las elecciones en la CECA, no sólo va a estar en juego quién será su próximo representante, sino también qué tipo de organización quieren sus miembros, y sobre ello no será fácil concitar unanimidades. Un presidente fuerte al estilo de Fainé, que arrastra fama de buen gestor y ha sabido alejar a la Caixa de injerencias políticas, tiene indudables ventajas, pero a algunos les asusta.

Una coincidencia que preocupa
No se trata, además, de un temor infundado, pues Fainé cuenta con el apoyo incondicional de Caja Madrid para ser presidente de la CECA, un apoyo que no puede interpretarse sólo a la luz de los antiguos favores que la Caixa le hizo a Rodrigo Rato. Ellos dos probablemente sean los menos entusiastas de la CECA tal y como hoy la conocemos, pues, al fin y al cabo, en el día a día la utilizan poco.

Más Noticias