Con negritas

Las ataduras de Mutua Madrileña

El reciente mutis de JOSÉ MARÍA RAMÍREZ POMATTA por razones de salud permite mirar con otros ojos los notables cambios introducidos a finales del año pasado en el consejo de administración de Mutua Madrileña, en virtud de los cuales JOSÉ CARLOS MARTÍNEZ PÉREZ sustituyó a LUIS RODRÍGUEZ DURÓN como vicepresidente primero y se incorporaron a la comisión ejecutiva en calidad de vocales MIGUEL CORSINI, ARTURO VALDASANO y RUFINO GARCÍA QUIRÓS.

Hoy parece evidente que, con aquella inesperada remodelación de la cúpula, Ramírez Pomatta preparó el terreno para su forzosa ausencia, de modo que todo quedara atado y bien atado mientras él se dedicaba por entero a plantarle cara a la enfermedad. El ascenso de Martínez Pérez permite que lo suceda, de momento, un histórico de la casa (es perito de profesión), próximo a la jubilarse y con pocas ambiciones ya. La entrada de Corsini y Valdasano en la ejecutiva, a su vez, consolida el peso en la compañía de personas muy bien relacionadas con el PP (y en especial con ESPERANZA AGUIRRE), que se sitúan así en una posición privilegiada ante un eventual relevo definitivo en la presidencia.

En cualquier caso, los últimos movimientos en Mutua Madrileña confirman la clara politización de sus órganos de gobierno, siempre en línea con la derecha. Desde la llegada de Ramírez Pomatta a la presidencia, hace cinco años, también se han incorporado al consejo ALBERTO CORTINA, uno de los empresarios a los que AZNAR encomendó la privatización de las empresa públicas (a él le tocó Repsol), y LUIS ALBERTO SALAZAR SIMPSON, concuñado de RODRIGO RATO y antiguo colaborador de JAIME MAYOR OREJA en el Ministerio del Interior.

A todos estos personajes ilustres apenas pueden hacerles sombra apellidos tradicionalmente vinculados a la aseguradora, como JOSÉ PERIEL, nieto del fundador, o RAFAEL RUBIO, hijo de uno de sus presidentes. Por no hablar del único socialista que campa por allí: JAIME MONTALBO, que fue rector de la Uned y presidente del Consejo Económico y Social y al que JESÚS CALDERA le profesa un cariño perfectamente descriptible desde que, en vísperas de las elecciones generales de marzo de 2004, invitó a RAJOY a hablar en la sede del organismo y, sin embargo, temeroso del qué dirán, no quiso llevar a  ZAPATERO, por quien entonces nadie daba un duro.

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