Con negritas

Viejas querellas, nuevas oportunidades

Los dos principales bancos de Francia, BNP y Société Générale, llevan años a la gresca. El mayor encontronazo entre ambos tuvo lugar en 1999, cuando BNP impidió un acuerdo corporativo entre Sociéte Général y Paribas que le hubiera arrebatado su liderazgo. BNP lanzó entonces sendas opas contra los dos y, aunque sólo tuvo éxito con Paribas, Société Général nunca ha olvidado aquello, lo que explica su obsesión por ganarle terreno en el mercado.

Ahora, por obra y gracia de un bróker llamado JÉRÔME KERVIEL, que le ha hecho un agujero de 4.900 millones de euros, Société Général no atraviesa por su mejor momento. Con el consejo de administración en la picota y la acción en la cuerda floja, está más bajo de defensas que nunca y, en consecuencia, puede ser pasto de la voracidad de su adversario.

El jefe del Gobierno galo, FRANÇOIS FILLON, ha mostrado su rechazo a cualquier acción hostil contra Société Générale. Pero, al tratarse de una institución privada, su margen de maniobra es más limitado.

Además, una eventual unión de BNP y Société Générale alumbraría la sexta mayor institución financiera del mundo, con una capitalización bursátil cercana a los 100.000 millones de euros, cosa a tener en cuenta ahora que al frente de Francia hay un hombre tan fascinado por la grandeur como SARKOZY.

Contar con un banco a la altura de los gigantes estadounidenses y asiáticos es un dulce que no amargaría a ningún presidente de la República y menos aún a éste. Más difícil, sin embargo, resultaría convencer a los empleados, que controlan un 5,4% de BNP y un 11,4% de Société Générale, porque las fusiones casi siempre se saldan con una reducción de plantilla, y hacerse el harakiri seguro que no entra en sus planes.

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