Punto de Fisión

Aguirre prima donna

La víspera del uno de mayo, como abducida por el espíritu de San José Obrero, Aguirre alzó el puño y le hizo un escrache verbal al presidente del gobierno que el pobre tuvo que codificarse y refugiarse en el canal plus. La Aguirre, cuando se pone borde, es que le baja los pantalones al más pintado; que se lo pregunten a Ignacio González, que más que heredar el cargo le está guardando el sitio. El caso es que por un momento parecía estar sonando, detrás de la voz chulapa de la ex presidenta, el tono sacerdotal de Julio Anguita: "Programa, programa, programa". Mariano corrió al burladero de plasma como el predicador en Poltergeist porque encima le estaban atizando desde sus mismos toriles y con su propio programa electoral reconvertido en Biblia.

Ha tenido que ser Aguirre, como siempre, quien se vistiera los pantalones por la cabeza y se pusiera a hacer oposición, porque el país está manga por hombro, también como siempre, el PSOE en estado vegetativo y el escurridizo Rubalcaba cada día más de perfil, si es que no habla ya de espaldas, que para lo que dice tampoco se nota mucho. A pesar de haber renunciado a la política, Aguirre sigue manteniendo una actividad frenética: lo mismo sale en el funeral de Margaret Thatcher esperando recoger el ramo que se aparece en la fiesta de la Comunidad ya vestida de novia. Y le da igual impartir recetas de geopolítica casera en su blog que soltarle filípicas a Mariano por la Cope. Era previsible, con tanto multiplicarse a sí misma, que al abandonar el cargo de presidenta se nos hayan disparado las cifras del paro.

Sin embargo, menos de dos días después, Aguirre ha dado marcha atrás en sus críticas y ha adoptado el papel de sumisa cheerleader presidencial: "Mariano no se equivoca en nada", una bula papal algo excesiva y un golpe de timón que ha descolocado a todo dios, aunque no es la primera vez que, en medio de un banquete, Aguirre tira con fuerza del mantel para dejar la vajilla intacta y exactamente en el mismo sitio.

Hay que reconocerle a esta señora la habilidad que tiene para montar siempre el mismo numerito de prima donna cantando todos los papeles, de la soprano al barítono, sin dejar de ocupar el centro de la escena. A su lado, la prensa babeaba feliz, Ignacio parecía el mayordomo de la familia y Mariano todavía está buscando el mando para descodificar la señal. Mientras algunos rezagados hablaban de traición, otros de ambición y otros de medicación, la ex presidenta consiguió nuevamente que el dos de mayo, día grande en Madrid, todas las luces la estuvieran enfocando mientras una alfombra de micrófonos le hacía la ola y su fiel escudero Ignacio volvía a su papel de escudero sin dejar de girar junto al resto de la vajilla.

 

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