Punto de Fisión

Vota mal y acertarás

La democracia es un invento demasiado peligroso para dejarlo en manos de los votantes. Las últimas votaciones en este país y en otros demuestran esta alarmante tendencia al mal gusto. En 1931, recién instaurada Segunda República, muchos diputados de izquierdas se opusieron a concederle el voto a la mujer porque pensaban que la inmensa mayoría de las féminas eran analfabetas funcionales instrumentalizadas por la iglesia que iban a votar lo que les dijese el cura de la parroquia. El republicano Hilario Ayuso propuso una enmienda por la cual los varones pudieran votar a partir de los 23 años y las mujeres a partir de los 45, casi al revés que Bescansa, lo cual demuestra cuánto han cambiado las cosas. Lo más curioso es que al menos dos diputadas socialistas, Margarita Nelken y Victoria Kent, estaban en contra del voto femenino, propugnado por Clara Campoamor, con lo cual se daba la paradoja de que ellas mismas podían ser elegidas pero no electoras.

Recientes ejemplos demuestran que ese temor no tienen fundamento alguno, que ambos sexos pueden cagarla indistantemente sin apenas esforzarse. El brexit, el referéndum sobre la acogida a refugiados en Hungría, el rechazo del acuerdo de paz en Colombia y la votación del Cómite Federal del PSOE son indicadores de que Donald Trump tiene muchas posibilidades de salir elegido como próximo presidente de los Estados Unidos, aunque Hillary Clinton tampoco sería mala opción. No sería tan raro en un país que elegió a Bush Jr. dos veces y a su papá una. Por otra parte, casi es seguro que Mariano arrasaría en unos terceros comicios; no hay más que ver cuáles son los programas de televisión más vistos, las canciones favoritas de la peña y los libros más comprados, que no leídos. Ya dijo Arrabal en su día que aquí le daríamos el premio Nobel a Avellaneda en lugar de a Cervantes y además por goleada.

En Colombia la abstención fue del 63% y en Hungría la participación apenas superó al 40% del electorado. Está claro que la democracia no sólo es un arma de dos filos -el sí o el no-, sino de tres o de cuatro, porque la abstención o el voto en blanco también pueden golpearte como un bumerán en plena jeta. Que se lo pregunten al presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, que acaba de asegurar, en relación a la posible investidura de Mariano, que "una abstención no es lo mismo que un apoyo". Es posible que no pero en este caso se le parecería bastante, casi tanto como el PSOE al PP, que nacieron de distintos padres y ya son casi gemelos univitelinos.

La democracia, en efecto, tiene mucho peligro. Una vez fui elegido delegado de clase en el Instituto Simancas, aprovechando que estaba recién desembarcado y que no me conocía nadie. Fue una victoria unánime, a mano alzada y a traición, ya que ni siquiera me había presentado al cargo. Intenté impugnar la votación pero tenía que enfrentarme a toda la clase -me había apoyado hasta el bedel- y además al profesor, a quien no le apetecía perder el tiempo repitiendo otra vez la ceremonia. Me sentí como un secretario general del PSOE con Susana Díaz a su espalda, ignorante de los estatutos, la letra pequeña, los horarios del bar y la ubicación de los servicios. Se arrepintieron en seguida.

 

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