Punto de Fisión

Pablo Casado convalidado

En el PP no dan una a derechas. Cuando todo parecía encarrilado para que el vencedor de las primarias pasara unas vacaciones de aupa, saludando emigrantes y disfrutando abucheos en fiestas de pueblo, a una jueza, Carmen Rodríguez-Medel, no se le ocurre otra cosa que ponerse a trabajar en agosto. Entre ministros, presidentes autonómicos, alcaldes y concejales la población imputada del PP había crecido tan desaforadamente que en cualquier momento podían pedir la independencia. Afortunadamente, en Génova tienen solución para todo y han pensado que lo mejor es llevar un presidente imputado ya de casa.

Las alegaciones de Casado en la rueda de prensa han estado en la línea habitual del partido: se declara inocente de todo, especialmente de estudiar. A Casado no se le vio el pelo por la Universidad Rey Juan Carlos en ningún momento porque estaba demasiado ocupado estudiando. El mismo ha declarado que el director del máster, Enrique Alvarez Conde, le permitió "no ir a clase ni hacer trabajos" y que le dio las indicaciones precisas para que le devolvieran el importe de las tasas y las convalidaciones. De hecho, a Casado el máster le salió a devolver, igual que a aquel tipo de mi barrio, el Luismi, que salía de juerga con cinco duros y, a base de gorronear, regresaba a casa con cuarenta y un paquete de tabaco. Por si fuera poco, el máster era presencial, por eso Casado dejaba en clase, sentado y con un bolígrafo en la mano, un maniquí de Cortefiel que se le parece muchísimo.

El sacrosanto misterio de las convalidaciones se vuelve estrictamente inescrutable cuando por un lado uno oye a Casado decir que le convalidaron 18 de las 22 asignaturas y que las 4 restantes las aprobó presentando trabajos; y por otro lado que el director del máster le permitía "no ir a clase ni hacer trabajos". Estos cuatro trabajos de Casado -que, según él, ocupaban la friolera de 96 folios- evocan heroicamente a los Doce Trabajos de Hércules, más que nada porque ambos son mitológicos. De los trabajos de Casado se ha encontrado el mismo rastro que del Toro de Creta, las Yeguas de Diomedes o la piel del León de Nemea, es decir, ninguno. Cero pelotero.

Aproximadamente el mismo rastro que del paso del propio Casado por la universidad, que no fue ni a cambiar el maniquí de postura. Por no pasar, no pasó ni a recoger el título ni el certificado de notas oficial, lo cual da una idea de lo poco que le importan a él estas minucias. La única vez que acudió allí, al Instituto de Derecho Público, fue cuando entregó los trabajos en mano, "a puerta fría" según su testimonio, aunque, por lo que se conoce, los profesores, nada más recogerlos, debieron de utilizarlos para limpiarse el culo con ellos.

A pesar de que lleva sólo unas semanas en el cargo, Casado ya se está contagiando del estilo humorístico de su predecesor y ha soltado un discurso en barrena que bien podría grabarse en la cara B de Las Mejores Frases de Mariano: "Es un trabajo doctoral para una tesis que no hice. No es un máster. No tengo el título. Tengo ese trabajo doctoral pero no es un máster. No es un regalo algo que no se tiene". Para alguien que defiende la cultura del esfuerzo, el mérito y el madrugar mucho, debe de ser desalentador comprobar que te lo han dado todo hecho.

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