De lunes

Los 'paper' financia-ficción

Hace dos meses hablar de desmontar el euro era financia-ficción. Si algún osado se atrevía a mencionar la posibilidad de que los alumnos mejores, encabezados por Alemania, se desenganchasen de los vagones de cola de los torpes periféricos, el asunto no dejaba de ser una rareza. Como ficción era la sugerencia de Nouriel Roubini de que Grecia se largase del euro, recuperara su dracma y, con decisión rápida, diese a la maquinita de hacer dinero, sin dejar tiempo a fugas de capitales –si es que queda alguno dentro de sus fronteras– y con el corralito correspondiente, como ya hizo Argentina.

Ahora, la ficción puede hacerse realidad sin necesidad de tener que esperar un siglo, como le pasaba a Julio Verne. Quizá tan solo unos meses. Desde que Papandreu lanzó sobre la mesa el abortado órdago del referéndum, no hay multinacional, gran banco o think tank que se precie que no haya sacado del cajón el paper con qué hacer si el euro se va al garete. Los informes reconocen que no saben cómo desmontar el euro, pero concretan las consecuencias: regresar a sus monedas anteriores acarrearía inflación, quiebra, proteccionismo de las mercancías y sus fronteras, caída de exportaciones propias y de los países vecinos, más paro, empobrecimiento, revueltas sociales, miedo y ¿por qué no?, alguno habla de estanterías de los supermercados vacías. Incluso más de un osado se atreve a retratar un escenario similar al de la Europa previa a la II Guerra Mundial.
Pero tranquilos, que esto es sólo financia-ficción y esos paper no van a salir de los grandes despachos donde se escriben los guiones futuristas.

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