Dentro del laberinto

Blanco (en la segunda esquina)

Ahora que casi finaliza el año, se extingue con él el 150 aniversario del nacimiento de Joseph Conrad, un hombre extraño, europeo antes de que el concepto de Europa se instaurara, nostálgico de una caballerosidad que quiso encontrar en una Inglaterra que ya daba la espalda a los caballeros.

Conrad, pesadilla de los estudiantes de filología inglesa, merecería pasar a la historia únicamente por dos conceptos: el primero el del horror puro que un Kurtz corrompido, antes, de morir, atisba en el África negra: "Gritó con voz ronca, a un fantasma, a una visión, dos veces, un sonido no más fuerte que un suspiro... el horror... el horror...".

El horror causado por la raza blanca (asesinatos, esclavitud, violaciones), pero el horror también inoculado con el nacimiento en el corazón de cada humano. Ahora que el futuro de África depende tanto de la cooperación internacional como del análisis riguroso de sus mandatarios nacionales, Conrad aparece como un solitario profético, angustiado e impotente.

La otra noción que ha sobrevivido al tiempo se encuentra en algunas de sus novelas marítimas, en especial en Lord Jim. Joven, lleno de honor, aventurero, le cabe la desgracia de embarcarse en un vapor ruinoso, el Patna, atiborrado de pobres viajeros. Cuando el Patna colisiona, los oficiales, entre ellos Lord Jim, lo abandonan a su suerte. Como muchas de las historias de pateras cotidianas, aun sin patrones, el Patna resiste, y sus pasajeros son rescatados. Lord Jim pierde el honor de forma pública, de la misma manera en la que había renunciado al valor algo antes.

Se ha querido ver en esa bella novela una metáfora de la culpa que sentía el autor cuando abandonó una Polonia destrozada para buscar seguridad en la civilizada Inglaterra. Puede serlo también de la indiferencia con la que los problemas ajenos son observados por las personas buenas, que no saben, o no entienden, de qué manera involucrarse o paliarlas. Conrad, irascible, tímido, con terrible acento cuando hablaba el inglés que amaba, vivió atenazado por pesadillas. Por desgracia, muchas de ellas se han convertido en realidad.

Más Noticias