Dominio público

La España plurinacional y las tres paradojas

Virginia P. Alonso

Directora de 'Público'

La España plurinacional y las tres paradojas
Carles Puigdemont, Pedro Sánchez y, por último, Arnaldo Otegi y Rufián.- FOTOS DE EUROPA PRESS

Carles Puigdemont, desde Waterloo, tiene la llave de la gobernabilidad en España. Los siete diputados de Junts son los que, con su abstención, pueden abrir paso a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

No deja de ser una curiosa paradoja que esto suceda después de que el Partido Popular centrara su campaña para el 28M en la demolición de Pedro Sánchez por sus alianzas parlamentarias con EH Bildu y ERC.

Del "Que te vote Txapote" de hace dos meses pasamos a un escenario en el que el independentismo (catalán y vasco) tiene en su mano facilitar un Gobierno de coalición progresista entre PSOE y Sumar o la repetición de las elecciones. Porque el PP de Feijóo (33% de los votos) no tiene apoyos suficientes para gobernar en solitario tras el gran batacazo de Vox (713.000 votos y 19 escaños menos en pleno auge de la extrema derecha en Europa).

Aunque los escaños independentistas sean la llave de la gobernabilidad, ambas formaciones catalanistas llegan desgastadas al 24 de julio. ERC ha perdido casi la mitad de sus diputados (pasa de 13 a 7) y Junts se deja uno. Acusan el abstencionismo que ha provocado el enfrentamiento entre los bloques PSOE-Sumar / PP-Vox y que ha terminado dando alas al PSC, pero en el caso de ERC ha pesado también su apoyo durante la pasada legislatura al Gobierno de Pedro Sánchez. La militancia republicana considera que no se ha obtenido suficiente retorno para la causa independentista.


Mientras, Junts siempre ha dicho que no está por la labor de hacer presidente ni al candidato del PP ni al del PSOE y exige el traspaso a la Generalitat de las competencias para organizar un referéndum de autodeterminación. Pero Pedro Sánchez no está por la labor. En entrevista con este medio, hace unos días el presidente del Gobierno fue tajante: "Todo aquello que fracture, como es, por ejemplo, un referéndum binario (sí o no), no va a contar con mi apoyo político".

La mayor incógnita tras el 23J es, por tanto, cómo se resolverá esta encrucijada. Si Junts mantiene su postura, la repetición electoral está a la vuelta de la esquina.

Por contra, EH Bildu (que sorpassa a PNV y consigue seis diputados) ha vuelto a demostrar que entiende el momento a la perfección y ha anunciado que, si de ellos depende, la derecha no gobernará. Es decir, ofrece su apoyo a un Gobierno de izquierdas.


Pero la foto final de este 23J dibuja otra paradoja. El bipartidismo sale fortalecido tras años de debilitamiento (PP absorbe los 1,6 millones de votos que obtuvo Cs en 2019 y gana 47 escaños) y el PSOE, al que se daba por defenestrado, gana 750.000 votos y dos escaños. Sin embargo, ninguno de los dos grandes partidos puede gobernar en solitario o con sus eventuales socios (Vox en el caso del PP y Sumar en el del PSOE): tanto PP y PSOE como Vox y Sumar están prácticamente empatados entre ellos.

El arco parlamentario lo completan ERC (7 diputados), JuntsxCat (7), EH Bildu (6), PNV (5), BNG (1), Coalición Canaria (1) y UPN (1). Son 28 diputados de 350, todos ellos nacionalistas, algunos independentistas. Y sin ellos ni hay Gobierno ni hay gobernabilidad.

La realidad que dibujan estos comicios es nítida: ni la izquierda ni la derecha pueden gobernar sin los territorios.


Un espejo de la España del siglo XXI que PP y Vox se empeñan en negar, pero que es la que votan los ciudadanos. La fragmentación en el Congreso no refleja más que la realidad territorial de un país diverso, complejo y plural. El país del Estado de las autonomías recogido en el Título VIII de la Constitución que Vox quería derogar. Quedó pendiente, por cierto, en la pasada legislatura la reforma de la financiación autonómica, ese elefante en la habitación al que nadie en el Gobierno de la nación quiere mirar.

La tercera paradoja de este 23J es que en este Parlamento cuya plurinacionalidad será decisiva, la España vaciada se queda sin representación. Teruel Existe pierde su único diputado y Soria Ya no obtiene escaños, víctimas del voto útil y de la batalla entre los bloques de izquierda y derecha, aunque también de su propia indefinición ideológica, que en un escenario de enorme polarización ha acabado pasándoles factura.

Al final resulta que la España real es aquella a la que los grandes partidos, y más de la mitad de la población, no acaban de entender. Y todo esto escrito desde eso que Enric Juliana llama Madrid DF.

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