Dominio público

Lo que deberíamos aprender de Carvajal

Ana Bernal Triviño

Periodista

Daniel Carvajal asiste a su rueda de prensa durante la concentración de la Selección Española en la Ciudad del Fútbol el 6 de septiembre de 2023, en Las Rozas, Madrid, España.- Oscar J. Barroso / Afp7 / Europa Press
Daniel Carvajal asiste a su rueda de prensa durante la concentración de la Selección Española en la Ciudad del Fútbol el 6 de septiembre de 2023, en Las Rozas, Madrid, España.- Oscar J. Barroso / Afp7 / Europa Press

"No sé, la verdad que no sé a qué se puede referir de apoyar más o no apoyar. Al final ha pasado lo que ha pasado, ellas están reestructurando lo que ellas creen o no se sienten cómodas dentro de su entorno en la Federación. Y nosotros pues bueno, nos centramos en lo que nos toca, en ganar y en seguir a lo nuestro". 

Esto respondió el jugador Dani Carvajal tras la declaración de su compañera de selección, Aitana Bonmatí, cuando confesó en una entrevista en Salvados que no esperaba mayor apoyo de la selección masculina. De aquí se aprenden muchas cosas. La primera, que está todo mal y no es ejemplo a seguir. La segunda, que reproduce lo que ha ocurrido, hasta ahora, con la Federación. Es decir, que siempre se puede hacer peor. La tercera es que, con cada declaración, al final, solo se refuerza la palabra de las jugadoras.

En este tiempo hay personas que han preguntado: ¿por qué tanta repercusión a estas jugadoras y no a otras víctimas? Acostumbrados a ver cómo se mata o se agrede a las mujeres, parece que si no sufres eso, todo lo que esté fuera de la agresión física no es violencia. Siempre interesa, a quienes no lo viven, crear un estatus de víctima, de primera o de segunda. Recuerdo que, en otra declaración anterior, Carvajal sugería que en el caso de Hermoso y Rubiales no se sabía quién era la víctima porque, además, ella "no había denunciado". Y al final es lo de siempre. Si no hablamos, "haber hablado antes". Si hablamos, "lo que debes hacer es denunciar". Y aún denunciando... siempre está la opción de encogerse de hombros y pasar del tema para no dar la cara, como si todo fuera sólo un problema de mujeres.


Precisamente, si tanta repercusión ha merecido este caso es porque las mujeres que han vivido el ninguneo, el acoso y la discriminación en sus trabajos saben que esta es oportunidad para concienciar entre la opinión pública. Porque, a diferencia de otros casos, esto era fútbol, un tema de "ellos" y que generaría más atención. De ahí que tantas usaran el #SeAcabó, narrando lo vivido en sus empresas. Lo hemos investigado en un artículo que hemos publicado en The Lancet. Y que, al igual que en la Federación, todas esas mujeres de nuestra investigación han sido infantilizadas, desautorizadas, instrumentalizadas, intimidadas, coaccionadas o invisibilizadas. El abuso de poder que las jugadoras vivieron en Federación, lo han vivido otras tantas, ya fuera su empresa de mayor o menor importancia. 

Carvajal no es solo Carvajal. ¿Cuántos hay como él en la vida? De sus palabras se desprenden demasiados patrones: subestimar las palabras de ellas, falta de reconocimiento de su situación y falta de empatía. De ahí el "no sé a qué se puede referir", como si mirar a otro lado hiciera que dejara de existir el problema. Y de ahí el "nos centramos en lo que nos toca, en ganar, y en seguir con lo nuestro". Como si ellas reaccionaran por capricho y no ganando un Mundial y partidos, a pesar de la falta de apoyo de sus compañeros. En parte, lo que es seguro es que Carvajal sí que desconoce a qué se refiere porque él no lo ha vivido en su piel. Él y sus compañeros, por no ser mujeres, nunca han jugado tocados mentalmente por esa presión. 

Lo importante siempre es la red de complicidad entre los hombres. De nuevo, lo hemos visto con la actitud de los jugadores pero también en opiniones en tertulias de radios. Comentarios de ex futbolistas como David Albelda o Santi Cañizares en la sección de El Tertulión, del programa de Cope de Juanma Castaño. Decían que los jugadores no tienen obligación de manifestarse y que ellas quieren que ellos hablen, pero que digan lo que ellas quieren. Siguen sin ver que esto es una oportunidad para ellos, para sumar o para retratarse. Y aquí, obvio, está muy vinculado al pensamiento político y social, a ser educado o no en igualdad más allá de que nos digan "soy feminista porque tengo madre". La pregunta que deberían hacerse estos que se unen en complicidad es por qué otros hombres se desligan de esas palabras y apoyan a ellas. 


Para todos ellos, estaría muy bien ampliar la vista. Más allá de títulos y partidos, mirar el panorama: Rubiales, la Federación, Dani Alves, Santi Mina, la manada de Arandina, Enrich y Luna, los canteranos del Real Madrid... ¿Demasiados casos en el mismo deporte, no? Quien realmente ama el fútbol, sus valores colectivos y la referencia que suponen entre la infancia y la adolescencia, no puede sentirse orgullosos de estos hombres que manchan este deporte. Y ante eso hay dos opciones. O hacerse el sueco o, si realmente amas el fútbol, hacer lo que ellas han hecho con todo en contra. Levantar la alfombra, agitarla y que toda la basura salga a la luz para construir algo decente para todas las generaciones. De mujeres y de hombres. Esto vale para el fútbol y para cualquier empresa. Cada uno que se mire y se aplique el parche. 

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