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Cosas que hay que saber sobre la Conferencia Política del PSOE

Pedro Chaves
Miembro de econonuestra y profesor de ciencia política de la Universidad Carlos III de Madrid

La Conferencia Política del PSOE va a celebrar su fase final en estos días. Un encuentro de cientos de delegados/as que debatirán y aprobarán un documento ponencia que pretende actualizar la reflexión de la socialdemocracia sobre nuestro mundo, nuestra sociedad y sobre su papel en este contexto. No es ni pretende ser un ajuste de cuentas, sí una actualización desde presupuestos autocríticos. Así dicen.

Se ha hecho un intento importante por abrir el debate a voces y personas no necesariamente vinculados a este partido y por tratar de que el documento refleje, de alguna manera, ese esfuerzo de pluralismo y apertura. El encaje del documento y sus usos, sin embargo, no están muy claros. Como el propio documento hace saber, este texto sirve como referencia pero "...sus textos no son mandatos imperativos para la acción práctica del partido" ; pero sobre todo, que el programa electoral del PSOE , tal y como establecen sus estatutos y se destaca en la ponencia, es presentado por el candidato/a ante el comité federal que es quien lo aprueba. Así es que, conviene saber que no es evidente que las propuestas de hoy (las que se aprueben en esta conferencia) vayan a formar parte necesariamente del contrato que los partidos establecen con la sociedad a través de los programas electorales. La cosa del incumplimiento sistemático de los programas electorales solo añade mas dudas a la utilidad política de este evento. En fin, que no está suficientemente asegurado que los análisis y propuestas que aquí se formulan y defienden, vayan a convertirse en líneas de un futuro programa electoral.

En lo que tiene el documento de análisis de lo existente hay muchas afirmaciones que formarían parte de un consenso general sobre la crisis y sobre sus consecuencias. Una primera observación hace referencia a la necesidad de una autocrítica de la izquierda por haber asumido o no haber combatido suficientemente valores impropios asociados al mercado y que han condicionado la actividad política. El efecto ha sido un incremento enorme de la desigualdad relacionado con la desfiscalización de los ingresos del estado, la reducción de la capacidad redistribuidora de las políticas públicas y el aumento del abanico salarial. Pero a pesar de haberlo buscado no he encontrado ninguna referencia al tiempo que el PSOE pasó en el gobierno, a las políticas fiscales aprobadas en el tiempo en el que este partido ocupó responsabilidades públicas y que produjeron un enorme daño a la hacienda pública y dificultaron en tiempos de crisis políticas públicas con objetivos redistribuivos; tampoco hay referencias a las reformas laborales aprobadas por el PSOE y que debilitaron la capacidad de negociación de los trabajadores y que aumentaron la desigualdad salarial .

Pero entenderemos mejor el tono de las propuestas que se sustancian en el documento cuando leemos que "democratizar la globalización" significa: una fiscalidad internacional y exigir la responsabilidad social de las empresas en el cumplimiento de los derechos humanos. O que en relación con Europa el PSOE propone volver a la propuesta Delors y, por lo tanto, seguir planteando el debate sobre Europa en términos de más cesión de competencias, la famosa lógica del "más Europa", como si eso hoy quisiera decir algo. Conviene contrastar, en este punto, el enfoque del documento con una reciente entrevista al primer ministro italiano Enrico Letta en el que llamaba a salirse de la lógica de más Europa y preguntarse por el tipo de Europa que la ciudadanía necesita, ante la evidencia de un ascenso significativo de las propuestas antieuropeas o euroescépticas. Señalo esto para que puedan establecerse puntos de referencia de cuán lejos llegan unas u otras reflexiones dentro del mismo espacio ideológico o programático.

El documento contiene algunas ambiciosas propuestas de renovación democrática y de la vida de los partidos, reconoce incluso la necesidad de una reforma constitucional en la que estas reformas propuestas encontrarían un acomodo razonable. Y surge la pregunta de como y con quien hacer esto y, aún más importante, cual es el sentido común mayoritario en el seno de la actual coalición dominante dentro del PSOE respecto a la determinación para producir cambios que pueden ser radicales.

En sendas entrevistas publicadas recientemente a Ramón Jaúregui, el coordinador de la Conferencia Política (en Nueva Tribuna) y Oscar López (Público) Responsable de Organización del PSOE se pone de manifiesto la vocación de gobierno de este partido, su voluntad de instalarse y ocupar el centro político (centro-izquierda dice Jaúregui), de ser realistas y pragmáticos y como dice la ponencia para la conferencia, de proponerse como alternancia al gobierno del PP. No se encuentran ni en los textos ni en las entrevistas ninguna reflexión tendente a repensar critícamente el papel del PSOE en los últimos años de gobierno, ni ninguna reconsideración por su aprobación por la vía de urgencia del artículo 135 de la constitución, ni ninguna reflexión crítica sobre la gestión de la crisis económica desde las instituciones europeas, más allá de señalar las insuficientes herramientas para una gobernanza económica. No hay ninguna crítica que permita deducir una comprensión sistémica de la crisis y de sus alternativas, por lo tanto.

En consecuencia con este nivel de reflexión, la Conferencia no tiene como objetivo abrir ningún proceso de encuentro con otras izquierdas en nuestro estado, ni propiciar fórmulas de colaboración, cualquier cosa que esto quiera decir, ni incorporar lo social crítico que se ha movilizado masivamente en defensa de lo público en España en los últimos años.

El PSOE se ofrece como principio y fin del cambio político en España: propone algunas modificaciones de acento y de enfoque, incluso algunas propuestas interesantes con el objetivo de volver a recuperar el crédito social y electoral que ha perdido hasta ahora y sigue perdiendo. Pero su horizonte de expectativas, para España y para Europa sigue siendo el de un bipartidismo compartido con el centro-derecha o la democracia cristiana según los pagos. Esto es importante considerarlo porque es una limitación objetiva a cualquier posibilidad de reforma constitucional, aunque sea poca y limitada. En este contexto mucho nos tememos que, llegado el día de abrir el melón de la reforma constitucional escuchemos esa canción tan popular en la política de 'lo siento, no se puede'.

Hay una técnica muy familiar en el marketing comercial que se llama el greenwashing y que básicamente consiste en hacer pasar por respetuosos con el medio ambiente productos altamente contaminantes o tecnologías de riesgo. Lo verde, lo amable con la naturaleza vende y genera simpatía o menos culpa. En este caso las empresas asumen la exigencia social de una producción y comercialización respetusosa con el medio ambiente y se adaptan, en la forma, a estas demandas del consumidor.

En política, el greenwashing es moneda común, en este caso las demandas oscilan alrededor de demandas de mayor transparencia y participación, a una exigencia en el espacio de la izquierda social de control de los mercados o una crítica a una moral social que ha contribuido a la exaltación del mercado y su centralidad. En España una parte de la sociedad de izquierdas ha vivido, por varias veces, la amarga experiencia de devolver la confianza a un partido que no tardaba demasiado en mancillarla. Recordemos que Zapatero dijo, la noche de su primera victoria electoral, aquello de 'no os traicionaré'. Sabía que la victoria electoral había sido fruto de la generosidad de la gente pero no del enamoramiento, y que llevaba de la mano un mensaje de desconfianza y precaución.

Pero hoy si la Conferencia política fuera un intento sincero de acercarse a la sociedad de izquierdas debería comenzar por reconocer la pluralidad cultural, social, política y de representación de la izquierda; promover una reforma electoral que termine con el bipartidismo de manera real; realizar una crítica que afecte no solo a algunos elementos periféricos, por muy llamativos que sean, del modelo neoliberal, sino al corazón mismo de una lógica económica que la socialdemocracia (el PSOE mismo) ha promovido y alimentado; compartir, sin voluntad de hegemonizar, una buena parte de la crítica que lo social alternativo ha realizado a la política institucional incluida la izquierda en el gobierno, esa que Oscar López dice que es la única que existe; reivindicar un cambio radical en la gestión de la memoria histórica y de denuncia de la dictudura franquista y sus consencuencias; convocar a una refundación del proceso de integración europea.

Estas son hoy líneas rojas que marcan la diferencia entre intentos sinceros de sumarse al cambio político y propuestas para parecer más alternativos sin, necesariamente, tener la voluntad de ser coherente con ese cambio. Este reconocimiento sigue habilitando una práctica política reformista, gradualista. Este espacio de representación no va a desaparecer, pero quizá la socialdemocracia realmente existente debiera convencerse de una vez que no hay reformismo posible dentro de la lógica del neoliberalismo más o menos matizado. Me angustia la duda de saber donde han encontrado, algunas personas que ocupan espacios en la izquierda alternativa, razones para suscribir una carta que otorga al PSOE no el beneficio de la duda (al que, a pesar de su historia, tiene derecho), sino la convicción de que esta iniciativa va en serio.

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