El azar y la necesidad

Europa sin cabeza y desincronizada

A consecuencia del cambio climático una gran parte de las especies de pájaros migratorios han avanzado la fecha de llegada a sus zonas de cría de Europa. Pero eso no es suficiente. Tienen que llegar antes de que se produzca el máximo de producción en las plantas que sirven de alimento a los insectos. Las especies de pájaros que no son capaces de llegar a tiempo ven disminuir sustancialmente su población. La crisis que supone el aumento de las temperaturas crea una desincronización que puede afectar a una especie o, en un caso extremo,  al ecosistema completo. Esta estrategia de adaptación la ha realizado en muchas ocasiones el Homo sapiens, que tuvo que sincronizar en el pasado su actividad de caza en relación a los distintos periodos glaciares.

Europa en su conjunto está desincronizada como los pájaros despistados que llegan tarde a los fértiles humedales y parece que no hay dirigentes humanos dispuestos a cambiar sus estrategias de caza. Gobiernos, instituciones, partidos políticos, sindicatos, empresarios, intelectuales padecen de falta de sincronía, de adaptación a los cambios,  salvo honrosas excepciones. Que esto ocurra en Europa es la novedad, porque España ha sido siempre manifiestamente asincrónica. El último ejemplo dramático de desincronización local es una anécdota simplona pero dramática: la alcaldesa de Madrid decide prohibir las macrofiestas después de la tragedia del Arena. ¿Por qué no las prohibió antes? ¿Hay que esperar siempre a que se produzca un desastre para legislar, para pensar, para planificar?

El problema de llegar tarde y llegar mal lo arrastra España desde milenios si hemos de hacer caso a la expresidenta de la Comunidad de Madrid. El Santiago y cierra España de la batalla de las Navas de Tolosa marcó el signo de las políticas de resistencia de una aristocracia provinciana, autoritaria, beata e inculta que ha dirigido el país durante siglos impidiendo la circulación de ideas y el avance del progreso. La Segunda República fue un primer intento serio de sincronizar el crono de España con el de las naciones civilizadas. Un intento cortado de raíz por las fuerzas de siempre, las más reaccionarias, las que ven en los Pirineos una fortaleza que aísla de la barbarie. El segundo intento fue la transición y la incorporación a Europa.

Ahora treinta y cinco años más tarde España vuelve a presentar síntomas de desincronización, de improvisación, unos síntomas que tienen su origen en dos enfermedades distintas, una de carácter interno, la de siempre, y otra  más alarmante que viene de los socios europeos, de la Unión Europea. Europa no puede tomar decisiones porque Europa en realidad no existe. Siguiendo un directriz claramente kafkiana, los europeos se han dotado de una burocracia y una unión monetaria sin una unión política ni fiscal. Los europeos han construido un artefacto que vuela, como los pájaros migratorios,  pero que, a diferencia de estos, no dispone de cabeza y, en consecuencia, no puede tomar decisiones que afecten a su destino final. Como no existe un encéfalo rector, pensante, capaz de planificar y decidir con el respaldo de las urnas, Europa se somete a los vaivenes de un poder divino superior aceptado por todos sus socios, el poder de los mercados y de su principal esbirro continental, el gobierno de  Merkel.

Las decisiones del equipo económico del Gobierno de Rajoy  responden a esta tiranía divina de los mercados en una Europa sin cabeza, y se toman decisiones al amparo de los diversos oráculos que interpretan esa voluntad suprema: el Banco Central Europeo, las agencias de calificación, los ministros de Economía. Pero son decisiones tomadas al vuelo, sin  que nadie se responsabilice de ellas, ni el gobierno que las toma- que dice verse forzado a tomarlas-, ni los oráculos que las aconsejan. Los resultados de esas políticas están a la vista : baja el crecimiento, aumenta el paro y la miseria, se recortan derechos sociales y aumentan los diferenciales de clase.

La política económica del Gobierno es, pues, kafkiana y absolutamente asincrónica. Se aumenta el IVA para recaudar más impuestos cuando el consumo está bajo mínimos. Se lleva a cabo una reforma laboral para facilitar el despido y animar la contratación cuando el paro está en el 25%. Se penalizan las jubilaciones anticipadas después de años de incentivarlas y cuando la tasa de paro afecta de manera dramática a los mayores de 45 años; paralelamente suspende las ayudas a su contratación. Distribuye ayudas a los bancos cuando ya están en quiebra. Liberaliza los horarios comerciales cuando el pequeño comercio está en riesgo de desaparición.

Los humanos del Paleolítico europeo tuvieron que cambiar su estrategia de caza en diversas ocasiones, por los cambios medioambientales entre épocas interglaciares que propiciaban una fauna y flora distintas. Da la impresión que esta Europa sin cabeza que vuela aparentemente sin rumbo buscando brotes verdes para sustentarse encuentra en los lodazales y los yermos el ecosistema perfecto para que los oportunistas y los poderosos construyan su nicho.

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