El dedo en la llaga

Ceuta, Melilla y la sensatez

Me resulta cómica la gente que apela a retorcidas legitimidades históricas y a acuerdos firmados en condiciones confusas por monarcas impuestos av trabucazos para tratar de dar peso específico actual a pertenencias nacionales en disputa: que si Gibraltar, que si Ceuta, que si Melilla.

O que si Crimea, o que si Treviño, o que si Olivencia.

O que si Malvinas. O que si Guantánamo. O que si Panamá.

La parte más chusca del asunto es que, por lo común, quienes se empeñan en dar la vara con esos rollos son los mismos que, en cuanto te descuidas, te echan mítines sobre cómo "en el mundo de hoy las fronteras carecen de importancia", porque "todo está globalizado", etcétera, etcétera.

Si tenéis ganas de entreteneros (cosa improbable en un lunes como éste de hoy, tras un puente que sería envidia del Golden Gate), echad mano de unas cuantas enciclopedias y repasad los antecedentes históricos de Ceuta y de Melilla, paralelos pero no demasiado parecidos. Tenéis para varios lunes.

Lo que importa no es lo que sucedió hace siglos, cuando las cosas seguían derroteros propios de la época, sino lo que hay ahora. Y lo que hay hoy en Ceuta y Melilla salta a la vista: dos exóticos enclaves españoles en medio de un territorio ajeno (no necesariamente marroquí, porque Melilla es más bien de cuna amazigh, o bereber).

Me parece la mar de comprensible que haya gente de allí de toda la vida que preconice la unidad política de aquel rincón de África. Pero no menos entendible es que haya otra gente a la que le dé grima la idea de verse sometida a la autoridad –o a lo que sea– de Mohamed VI.

Merecen consideración todos los argumentos y los sentimientos de cuantos expresan honradamente su deseo de vivir allí en condiciones mínimas de paz y de libertad. Sean del origen que sean. Es despreciable, en cambio, la demagogia cuartelera de quienes ejercen de colonialistas rancios, que da tanta grima como la que da el monarquita venal que sólo quiere tener dos lugares más que explotar o a los que utilizar para sus arengas patrioteras.

¿Que vivan Ceuta y Melilla? Claro. Pero sin gentuza. Ni aborigen ni de importación.

Que se vayan. Juntos, a poder ser.

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