El tablero global

En socorro de intereses estratégicos occidentales

Al llegar a un acuerdo para enviar más tropas en socorro de la supuesta democracia afgana, los líderes de la OTAN manifestaron también su horror por las últimas leyes que ha firmado el presidente Karzai, en las que se autoriza a la minoría chií a mantener a sus mujeres en la esclavitud: forzadas a aceptar ser violadas por sus maridos (a menudo cincuentones casados con niñas) y condenadas a no salir de casa ni ejercer actividad alguna sin autorización previa del esposo.
Las mujeres afganas padecen las tasas más elevadas del mundo de analfabetismo, mortalidad en el parto y, por supuesto, desempleo. Afganistán está en el puesto 174 de la lista de 178 países en el índice mundial de pobreza.

Pero el dinero de la Alianza se sigue gastando en soldados y armamento. Según el último informe de Oxfam / Acbar, las potencias occidentales han desembolsado menos de la mitad del dinero de ayuda al desarrollo de Afganistán que prometieron en su día... y el 40% de esos fondos en realidad regresa al bolsillo de los donantes como beneficios de las empresas implicadas y salarios de los asesores.
En cuanto al supuesto aliado en la lucha contra los talibanes, Pakistán acaba de dar carta blanca a los integristas para que apliquen la sharia (ley islámica) en el valle de Swat y ya han aparecido las primeras imágenes de una chica de 17 años recibiendo decenas de latigazos en público por un presunto delito sexual. Sin duda, son muchísimos los casos similares, las lapidaciones y los crímenes de honor que se cometen allí sin que nos enteremos.
No nos equivoquemos. No vamos a Af-Pak a defender las libertades, sino a alcanzar objetivos estratégicos.

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