Tierra de nadie

En Gaza podrán beber Coca-Cola

Presionado desde el exterior y cuestionado desde el interior, el Gobierno de Israel decidió ayer aliviar el bloqueo sobre Gaza y permitir la entrada de productos de "uso civil", una vez convencido que las patatas fritas, hasta ahora prohibidas, no constituyen un grave peligro para la seguridad nacional. Las nueve víctimas de la flotilla internacional con ayuda humanitaria para la franja han servido, al menos, para que los habitantes de esta inmensa prisión donde malviven un millón y medio de personas mantengan la esperanza de disponer de cemento para reconstruir sus casas, las mismas que la aviación israelí destruyó a finales de 2008 en los bombardeos que mataron a 1.400 de sus compatriotas.

El bloqueo se ha regido por una lógica siniestra y arbitraria. Se permitía la entrada de harina, azúcar, sal y aceite, pero no la de jenjibre, vinagre, mermelada, chocolate, galletas, refrescos y zumos. Se prohibía la carne fresca pero se aceptaba la congelada. Se autorizaban los piensos mientras se impedía el acceso de ganado, pollos, caballos o burros. No se podían hacer llegar a Gaza instrumentos musicales, juguetes, periódicos, lapiceros, papel A4 o máquinas de coser, pero sí papel higiénico, champú, detergente, limpiacristales, mopas y bayetas. Los palestinos no podían disponer de cañas de pescar y aparejos ni conseguir recambios para tractores, pero se aceptaba que las sardinas en lata y los pesticidas para la agricultura pasaran la frontera.

Salvando las distancias, los criterios de este cerco aparentemente absurdo, decidido tras la victoria de Hamás en las elecciones de 2006, han sido bastante nazis. Las autoridades hebreas calcularon las calorías necesarias para que los palestinos tuvieran dificultades para sobrevivir sin que llegaran a morir de inanición. Convencidos de que cualquier habitante de Gaza es un terrorista en potencia, los israelíes pensaron que lo mejor era que estuvieran a dieta, porque con el estómago vacío siempre se discurre peor.

En un reciente artículo, Yossi Beilin, viejo socialdemócrata que fue mano derecha de Isaac Rabin y uno de los principales negociadores de los acuerdos de Oslo, pedía a Netanyahu alguna iniciativa para evitar que los judíos fueran odiados en todo el mundo. La respuesta ha sido rápida: los palestinos de Gaza podrán beber Coca-Cola.

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