Tierra de nadie

Una vela a Dios; otra a Rubalcaba

De la remodelación del Gobierno decidida ayer se pueden hacer muchas lecturas, aunque la principal es que se trataba de una crisis imprescindible ya que no se puede cargar indefinidamente con un muerto sin que uno se resienta de la espalda. Zapatero no sólo ha hecho caso a sus barones, a los que las próximas elecciones puede despojarles hasta del título nobiliario, sino al sentido común y a sus cervicales. Es cierto que lo más importante son las ideas y no las personas, pero hay que reconocer que algunas caras estaban más vistas que el tebeo y tampoco sobresalían por una creatividad desbordante.

A Rubalcaba, Zapatero no le ha hecho vicepresidente sino sumo sacerdote, con expectativas de ascender a faraón a medio plazo. El de Interior concentra todo el poder del Gobierno mientras que Blanco recupera el que había perdido en el partido con la llegada de Pajín, que le había salido respondona, y a la que se promociona a ministra por el principio de Peter. Victoriosa resulta también Trinidad Jiménez, a la que más que un dulce para compensarle de los sinsabores de derrota en las primarias, se le ha reglado una pastelería con sucursales por el mundo. Lo hará bien como canciller porque, además de golosa, es de lo que sabe.

Hecha para remontar la goleada en el segundo tiempo, la nueva alineación lleva implícitos varios mensajes. Se sugiere que la interlocución con el PNV será un eje básico, no ya para gestionar la economía sino el final del ETA, y de ahí la llegada a Presidencia de Ramón Jáuregui, un hombre muy valioso al que se le había hecho la puñeta con su destierro a Estrasburgo. Al tiempo, se hacen dos guiños: uno, a los sindicatos con el nombramiento del ugetista Valeriano Gómez en Trabajo; el otro, a algunos sectores de la izquierda con la promoción de Rosa Aguilar, que con IU no pasaba de alcaldesa. Finalmente, la supresión de Vivienda e Igualdad  da la razón a quienes las juzgaban carteras de Loewe, es decir, un lujo innecesario.

Lo mejor del cesto que ha conformado Zapatero es que sus mimbres son conocidos más allá de su entorno familiar, lo que ahorra mucho tiempo en presentaciones. Es un Gobierno de políticos y no de jefes de negociado. Falta saber si serán capaces de cambiar el rumbo de un capitán obstinado en dirigirse contra los rocas.

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