Tierra de nadie

Oda a Ignacio González

En alguna otra ocasión se ha dicho aquí que no tiene nombre el ensañamiento de algunos contra Ignacio González, ese regalo que los dioses han dado a los madrileños para que no dejen de acordarse de Esperanza Aguirre y de toda su santa familia. Los furiosos ataques que ha sufrido este preclaro servidor público habrían vencido la resistencia de cualquiera, pero Nacho es más duro que el carburo de tungsteno y hay verbos como dimitir que no conjuga porque no quiere, y otros como cachifollar o gallofear que tampoco querría conjugar si supiera lo que significan.

González no concibe otra vida que no implique una entrega constante al bien común, y que se pueda decir que lo de su ático en Marbella huele a blanqueo de capitales que tira para atrás le duele porque se puede ser de carburo y no de piedra. Cuando este lunes se supo que se había reunido con dos policías para hablar de su modesto apartamento en la costa de 496 metros cuadrados, se vio obligado a revelar que la cita fue una extorsión y no de un intento suyo por tapar el escándalo. ¿Quién no ha alquilado un casoplón a bajo precio a una empresa de Delaware y luego lo ha comprado casi de saldo?

El objetivo de esta siniestra operación es conseguir que González, como él mismo apuntó, deje de trabajar a favor de los madrileños y esto es una canallada que rebela a los habitantes de esta comunidad, especialmente a sus talleres mecánicos, muchos de los cuales han eliminado de sus paredes el calendario Pirelli y lo han sustituido por una fotografía de cuerpo entero de su presidente autonómico.

A González en Madrid se le debe tanto que no hay forma de pagarle, por mucho que sus familiares se empeñen en cobrar de los presupuestos públicos o beneficiarse de sus adjudicaciones. Sería prolijo enumerar aquí los aciertos de este Ahab de la política que, después de enfrentarse a toda suerte de mareas y tragar más sal que una dorada al horno, intenta seguir a flote pese a que el gran cachalote blanco tiene más que decidido convertirle en pienso para peces.

Causa estupor la animadversión que Nacho –si se permite la familiaridad- causa en el PP, donde no se perdona que liberales como él sean capaces de desencadenar tal fervor popular ni que muestren cuál es el camino a seguir para dejar atrás la crisis y alcanzar la tierra prometida del empleo y las oportunidades. En contra del sentido común se pretende incluso que sea González quien dé un paso atrás y renuncie a ser el candidato en mayo, cuando en algunos colegios electorales ya se registran colas de ciudadanos que, a falta de papeleta, llevan escrito su nombre en una cuartilla de Galgo.

En medio del embravecido océano de corruptelas, recortes y privatizaciones, gracias a González Madrid no ha sido un islote contra el que rompía el oleaje sino un atolón penetrado hasta la médula por sus aguas. Y ahora que granea el fuego amigo sobre el virrey de este paraíso de la iniciativa privada, es de justicia cantar los logros de su alta magistratura.

Por pura bondad, González se resiste a desvelar a quién pertenece esa mano negra, quién está detrás de la conspiración cortesana que intenta que el dedo de Rajoy vacile al señalarle. Pero es sabido que en la conjura participan compañeros suyos, policías chantajistas, testaferros de sociedades radicadas en paraísos fiscales y hasta las encuestas, que se niegan a reflejar hasta qué punto arrasaría en las urnas. Sirva esta oda de contrapunto a la tragedia que ya ha comenzado a escribirse.

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