Tierra de nadie

Aznar se queda con el rosario de su madre

Hay que reconocer que Aznar tiene mucho arte, y si no fuera por ese mohín suyo que indica que sigue cabreado con el mundo y con el resto de planetas habitables más allá del sistema solar se apreciaría su enorme sentido del humor. A las puertas del juicio a la trama que hizo del PP la cueva de Alí Babá cuando él estaba al mando, el estadista con bigote anunciaba que partía peras con su partido y se llevaba puesto el rosario de su madre y la jaula del canario. En definitiva, que se quedaba con FAES, esa fundación desde la que lanza sus periódicas admoniciones en las que alerta del fin del mundo.

El asunto tiene mucha gracia desde todos los puntos de vista, empezando porque el invento nació en 1989 de la fusión de otras cinco fundaciones del PP y se concibió como la mercería donde algún día se retiraría el personaje a despachar los botones y velcros de los que habría de nutrirse "el pensamiento y la acción política del centro liberal y reformista", ya que por entonces hablar de derecha estaba muy mal visto. Es decir, el PP le puso un estanco al que ahora renuncia sin que se haya escuchado queja alguna de sus verdaderos propietarios, tal vez porque hace tiempo que Rajoy estaba de puros hasta las narices.

El divorcio se veía venir porque Aznar como pareja es insufrible y no se le puede sacar a cenar sin que te ponga en ridículo. Que si cuidado que vuelvo, que si eres un calzonazos que nunca tomas decisiones, que si los independentistas se te suben a las barbas, que tú a qué aspiras, chaval, que si ya te han dado cinco avisos y tendríamos que devolverte al corral por manso, y así. Rajoy lo soportaba todo, incluida esa manía de Aznar de meter en nómina a todos sus críticos en el partido, hasta el punto de que visitar FAES tenía más peligro que caminar descalzo junto a un nido de víboras.

Pese a todo, la relación ha durado 25 años por aquello de que donde no llega el amor el dinero pone una escalera. No se recuerda cosa igual. La más liberal de todas las Fundaciones y la más beligerante con las "mamandurrías" del Estado se ha hinchado a cobrar subvenciones públicas como si no existiera un mañana, y sólo ahora, cuando el grifo se ha ido cerrando, ya sea por la crisis o porque Roma paga traidores pero le quita los pluses, Aznar ha dado el paso de la separación amistosa. FAES deja de ser una fundación de partido y deja de poner el cazo de los Presupuestos del Estado y buscará más fondos en el sector privado, donde siempre habrá una petrolera que enchufe la manguera a cambio de que el estadista descomunal se ría entre muecas del cambio climático.

La ruptura se ha formalizado ahora pero el Perú se jodió mucho antes, cuando Aznar comprobó que su matrimonio de conveniencia con Rajoy no funcionaba y que, si alguna vez pensó en gobernar por gallego interpuesto, su papel se redujo paulatinamente al de guía de la derecha cavernaria que aún subsiste en el PP. El asesor al por mayor de multinacionales y lobbies vio también abortado su deseo de convertirse en el visitador de La Moncloa, tal vez porque se empeñaba en llamar a la puerta a la hora de la siesta, y eso dificultaba mucho su trabajo de conseguidor en el que andaba pluriempleado.

Hay quien ha aventurado que Aznar se lleva FAES a su casa porque los escándalos de corrupción del PP perjudicaban mucho su labor recaudatoria, especialmente entre aquellos que ya de pequeños soñaban con donar su dinero a un laboratorio de ideas que ondeara la bandera de la libertad de mercado, la unidad de España, el vínculo atlántico y la herencia cristiana. A gente así no se la puede defraudar porque serían los invitados perfectos a una boda imperial en El Escorial organizada por Francisco Correa, el mismo Don Vito que ponía el confeti en los cumpleaños de los niños de Ana Mato. Luego se ve uno obligado a invitar al Bigotes para completar el aforo. Eso sí, todo muy rico y muy abundante y la novia muy discreta.

 

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