Bocacalle

Fisiología de la democracia real de los ciudadanos

Ayer dijo Zapatero, en su discurso sobre el estado de la nación, que el Movimiento 15-M forma parte de la fisiología de nuestro modelo de convivencia. Eso y que algunas de sus propuestas son dignas de consideración, aunque no comporta otras, fueron las únicas alusiones del presidente del Gobierno a un estado de opinión ciudadano caracterizado por el concepto de indignación que lo nombra -del que ZP tiene buena parte de culpa- y que ha movilizado en las últimas semanas a cientos de miles de personas en toda España.

El espectáculo ofrecido por el candidato conservador al palacio de La Moncloa y por quien hoy lo ocupa, refrenda lo justificado del Movimiento 15-M y la sólidas razones en que se asienta ante la incapacidad de quienes gobiernan y aspiran a gobernar para satisfacer la demandas de la mayoría de la población. Rajoy no suelta prenda de lo que pretende hacer y le reprocha a Zapatero lo que ha hecho. Zapatero dice que lo hizo para librarnos de lo que ha ocurrido en Grecia, Irlanda y Portugal. El primero quiere elecciones ya, sin dar una sola pauta de lo que será su programa de gobierno. El segundo reprende a don Mariano por su papel de perro del hortelano, sin propuestas ni apoyo para salir de la grave crisis que vive el país.

Por más que el presidente del Gobierno pretendió que Rajoy le explicara si el copago en sanidad puede sobrevenir con su gobierno o cuál será la reforma laboral que se espera del mismo -tras calificar Rajoy de sucedáneo la aplicada por ZP-, el líder del Partido Popular no pasaba de repetir que quiere elecciones cuanto antes, como si el mero anuncio de esa convocatoria fuera la clave para resolverlo todo.

Coincidiendo con el debate en el Parlamento, el Movimiento 15-M tendrá el suyo hoy en la cálida intemperie canicular de la Puerta del Sol. Su convocatoria responde, tal como ayer se comprobó en el Congreso de los Diputados, al depauperado estado de salud de nuestra democracia y la del conjunto de Europa en general como consecuencia del golpismo contumaz de los mercados, según hizo constar Gaspar Llamazares. Si éstos mandan, la democracia representativa puede pasar a ser corporativa y de ahí a convertirse en una mera plutocracia.

Ante semejante riesgo, es de toda lógica que la indignación popular crezca y se aglutine en un movimiento de opinión como el aludido, ignorado por Rajoy e insuficientemente intepretado por Zapatero. Forma parte de la fisiología de la democracia real de los ciudadanos, esa que la dictadura del dinero pretende anular con la connivencia de una clase política a sus órdenes.

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