Otra economía

La izquierda de la izquierda

La izquierda de la izquierda
La candidata de Unidas Sí Podemos (Podemos, Izquierda Unida y Sí Se Puede) a la Presidencia del Gobierno, Noemí Santana (3d); la ministra de Igualdad, Irene Montero (2i), durante un acto de campaña, en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes), a 21 de mayo de 2023, en Tenerife, Canarias (España). Europa Press / Europa Press

No quito importancia a las negociaciones encaminadas a conseguir una única candidatura de las organizaciones situadas a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español, PSOE (utilizo esta expresión convencional para entendernos, pero soy consciente de que en esta categoría hay mucha tela que cortar).

Desde hace meses, hemos escuchado numerosas declaraciones acerca de la importancia de los programas y de la democracia interna como piezas claves de una izquierda verdaderamente transformadora, pero de hecho de lo que se discute en este momento (y en otros muchos momentos ha sido lo mismo) es de algo mucho más prosaico: listas y posiciones de salida en las mismas; porque es de eso de lo que se trata, del número de escaños y de quién los ocupa. Y ahí se intuye una verdadera refriega entre unos y otros. No seamos hipócritas, las dificultades no se localizan sólo en las pretensiones de la jefatura de Podemos -que, escuchando a Pablo Iglesias, realmente no sé quien la ejerce- y en los puestos a los que aspiran algunos de sus principales dirigentes.

Cuando se cierren las listas, ¿se entrará en los debates que realmente deberían importar? Nadie lo sabe con certeza, pero no soy optimista al respecto. Si antes la urgencia ha sido cerrar las negociaciones para configurar una candidatura de unidad alrededor de Yolanda Díaz, una vez conseguido ese objetivo (cuando escribo estas líneas todavía está en el aire), todas las energías se dedicarán a visibilizar a "Movimiento Sumar" y a conseguir buenos resultados.

Habrá un sinfín de pronunciamientos, declaraciones y promesas, que arreciarán a medida que se aproxime la fecha de las elecciones. Pero ¿a eso le colgamos la etiqueta de debate? ¿O es que ya se ha producido? ¿o es que no se considera necesario?

En este sentido la plataforma Sumar (que ahora pretende ser también un Movimiento) no es muy distinta en cuestiones de fondo de Unidas Podemos, al que tanto se crítica desde los medios de comunicación y desde partidos considerados "amigos" -¡ay, que fácil es hacer leña del árbol caído!-, ni en sus planteamientos políticos ni en su modelo organizativo, que gira en torno al enorme personalismo de Yolanda Díaz.

La ausencia de reflexión autocrítica sobre lo realizado (y lo no realizado) por el gobierno de coalición, de la que Yolanda Díaz ha sido Ministra de Trabajo y Economía Social, resulta clamorosa. Todo queda en afirmaciones del tipo: "Hemos sido el gobierno más progresista de la historia reciente", "hemos conseguido grandes avances", "si la situación crítica que nos ha tocado vivir (pandemia y guerra) la hubieran gestionado las derechas, viviríamos una catástrofe social". Las cosas no son ni blancas ni negras. Hay verdades (o medias verdades) en estas frases, pero la valoración no puede, o no debería, quedarse en ese cierre de filas.

Hasta el 23 de julio, día en el que tendrá lugar la consulta electoral, en la que tanto nos jugamos, todos los esfuerzos se dirigirán al lanzamiento de mensajes que tracen una línea roja con las derechas. Es necesario impedir que gobiernen, por supuesto, porque si lo consiguen hay que ser conscientes de que van a por todas, no sólo en lo que concierne a los derechos civiles; también en las políticas económicas y sociales experimentaremos una regresión histórica. Ante esta amenaza, en mi opinión no cabe abstenerse. Para mí esta claro, hay que votar a la "izquierda del PSOE". Es mucho lo que nos jugamos.

Pero yo le pido a esa izquierda mucho más -y no es una frase retórica-; que abandonen la auto complacencia de los "extraordinarios resultados conseguidos por el gobierno de coalición". Le pido que analice con rigor los resultados de las políticas aplicadas y, todavía más importante, los desafíos que tenemos por delante; que convierta el lema de "escuchar" en algo más que una sucesión de encuentros con los incondicionales y los expertos, que cree las condiciones para que ese proceso de escucha se convierta en factor de movilización social. Y en estos asuntos no cabe mucho optimismo.

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