Entre leones

Días de rabia y brocha gorda

El día 7, si nuestra democracia sigue en pie, Pedro Sánchez será investido presidente del Gobierno. Después de cuatro años de repeticiones electorales por falta de diálogo entre las fuerzas políticas, dos de ellas, PSOE y Unidas Podemos, se han puesto de acuerdo al segundo intento y formarán un Gobierno de coalición.

Para ello, contarán con el apoyo del PNV y la abstención de los independentistas catalanes y vascos, con ERC y Bildu a la cabeza. Fruto de las negociaciones de los socialistas con los republicanos catalanes, en Cataluña se abrirá una mesa de diálogo para poner fin a un conflicto territorial que está en un callejón sin salida, instalado en el hartazgo del personal.

Ni que decir tiene que las derechas, el PP, Vox y Ciudadanos, se han tomado este acuerdo de las izquierdas de mala manera o incluso peor.

Casado, el brillante líder popular, con un expediente académico intachable, ha tirado de brocha gorda y ha calificado a Pedro Sánchez de "traidor". Nadie, absolutamente nadie, le dirá lo mismo nunca y fíjate si hay manteca ‘colorá’ de por medio para pintarle de la carita de rojo; como mucho, lo tildarán de miserable.

Por su parte, los de Vox se han lanzado como una jauría contra esta reedición, a su juicio, del Frente Popular. De entrada, el general del Ejército retirado Fulgencio Coll pidió el procesamiento del líder de los socialistas y la inhabilitado por los poderes del Estado. Sus palabras sonaron a ruido de sables, a asonada, a golpismo de casino.

Otro gachó de esta tropa, un mixtolobo entre falangista y requeté, candidato de casadiós, ha deseado a Pedro Sánchez y a su mujer la horca. "Merece la horca. Quisiera verlo como a Mussolini, muerto y colgado por los pies". ¡Manda huevos!

Un seguimiento exhaustivo clínico nos llevaría a hallar síntomas muy parecidos en muchos de ellos:  babeo patriota, convulsiones patriotas, dolor patriota, fiebre moderada y patriota, hiperactividad patriota, pérdida de sensibilidad patriota, espasmos musculares patriotas, dificultad patriota para deglutir, hidrofobia patriota, aerofobia patriota y, sobre todo, odio patriótico al 69 y desprecio patriótico y absoluto del punto G.

Este es la mala uva que recorre a las derechas hasta por los pelos del culo. Fruto de ella es el tono belicoso que el PP y Vox están imponiendo para toda esta legislatura, con Inés Arrimadas, Ignacio Aguado, Begoña Villacís y Juan Marín de palmeros sin arte ni parte, como serios aspirantes a ingresar en las Juventudes del PP vía FAES.

A mí lo que me extraña es que los empresarios que mandan en la mayoría de los medios de comunicación de este país estén permitiendo esta deriva, que tiene su correlato de insultos, descalificaciones y noticias falsas para torpedear el Gobierno progresista que está de camino en sus teles, sus tertulias y sus periódicos.

Debe ser que ya, como lo ven imposible de parar, apuestan por una gran debacle de las izquierdas en sus terminales mediáticas y un ascenso meteórico de la ultraderecha, voto de sus votos, carne de sus carnes.

Ellos, que no fueron capaces de convencer a Rivera, Riverita para que formara con Pedro Sánchez un Gobierno socialliberal, moderado y de medio pelo, se tiran también al monte, dispuestos a pegar escopetazos contra la voluntad popular.

En fin, vista la ofensiva que nos espera, nunca me ha alegrado tanto de pertenecer a la UE. Todos los días antes de acostarme les pidió a Konrad Adenauer, a Winston Churchill y a Jean Monnet que no nos abandonen, que nos libren de la barbarie patriotera que nos acecha emboscada en el Congreso de los Diputados.

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