Se está convirtiendo en un tópico la afirmación de que los terroristas son psicópatas. Este término, psicópata, parece ejercer un atractivo morboso sobre las audiencias y además ha sido popularizado por muchas películas de éxito, pero como veremos, la realidad de las investigaciones sobre esta temática no va por ahí
Los estudios sobre las características psicológicas de los terroristas se han encontrado con una realidad mucho más compleja de lo esperado, han descubierto, por ejemplo, que entre los terroristas hay una amplia gama de tipos de personalidad. Es más, muchos estudios plantean que padecen trastornos mentales en una proporción similar a la población general
Por lo tanto la realidad está lejos del tópico del terrorista psicópata que nos va muy bien para simplificar una realidad tan dramática. El término psicópata actúa a modo de exorcismo ya que el psicópata es alguien que queda ahí fuera, apartado de la sociedad, inhumano. Y si encima es inmigrante, no digamos. Sin embargo, la dramática y horrible realidad de la conducta terrorista sigue sin comprenderse con análisis así basados en tópicos
Además, el término psicópata, como todos los que tienen que ver con el área de los trastornos de la personalidad, es controvertido en la psicopatología por su riesgo de psiquiatrización de elementos de la vida social y por su aspectos ideológicos y morales. Hoy en día llamar a alguien psicópata entra ya más en la categoría de insulto que en área del diagnóstico psicopatológico, donde no está recogido como trastorno en muchas clasificaciones, sino que se utiliza el término sociopatía, también controvertido
Los estudios sobre la numerosa información recogida acerca de los miembros de organizaciones terroristas clásicas muestran que una de las características básicas de las personalidades de los terroristas es poseer un gran autocontrol y disciplina para pasar desapercibidos durante largos períodos de tiempo, soportar grandes privaciones al vivir en la clandestinidad o tolerar larguísimas condenas de cárcel. Si algo define al psicópata, es lo contrario: su impulsividad, el dejarse llevar por el momento, actuar sin control, hasta el punto de que todo el mundo los acaba identificando, la antítesis por lo tanto de la clandestinidad. Otra característica del psicópata que tampoco encaja de ninguna manera con la clandestinidad es el narcisismo, la necesidad de llamar la atención, ser el foco de todas las miradas. Además, el psicópata también es alguien que actúa por motivos personales contra sus víctimas, no sobre víctimas muchas veces desconocidas, cumpliendo órdenes, como actúa el terrorista, tal como señalan los estudios sobre el IRA de Jhon Horgan
Es verdad que en los últimos años están apareciendo nuevas formas de terrorismo individual, tipo lobo solitario, lo que se ha denominado terrorismo 2.0 y en estos casos se plantea que pueda haber más problemática psicopatológica que en el terrorismo clásico. Así, en un informe reciente de la policía francesa se señalaba que al menos el 10 % de los terroristas djihadistas eran esquizofrénicos que se habían encontrado desatendidos al cerrarse los hospitales psiquiátricos y carecer de tratamiento ambulatorio por los recortes en los servicios asistenciales.
En dos grandes estudios publicados hace unos meses en Francia (a ver cuándo se hacen aquí trabajos así) sobre la radicalización djihadista los autores señalan la existencia de varios tipos de "radicalizados". Y tras el estudio de más de 900 expedientes del PIJ (Protection Judiciare de la Jeunese) , señalan que la radicalización de tipo utópico, ligada a aspectos ideológicos es la más frecuente . Como es obvio, este perfil nuevamente está muy lejos del perfil del psicópata
Jhon Horgan. 2006.Psicología del terrorismo. Gedisa. Barcelona
Laurent Bonelli y Fabien Carrié 2018. " La fabrique de la radicalité. Une sociologie des jeunes djihadistes françaises" Seuil. París
David Puaud 2018 "Le espectre de la radicalisation. L’ administration sociale en temps de menace terroriste" Presses de l’Ehesp. Rennes
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