Abans d'ara

El mismo fantasma, el mismo sombrero

No estaremos igual de alerta. Porque con todo y todo, muchos lo considerarán, good fella: uno de los nuestros. ¿Cómo pudo alguien tan blanco que parece que flote y con esos ojos azules tan lindos, asesinar a tanta gente?, preguntaba un periódico mexicano pocos días después de la tragedia de Noruega. Lo preguntaban así, como muchos lo estaban pensando. Sin tapujos ni frases políticamente correctas (aunque un amigo cubano me recuerda que lo político nunca es correcto.) Y eso tiene muchas lecturas. Por un lado hay quien se alegra un poco de que las desgracias también azoten, de vez en vez a los países ricos. Pero yo creo que en realidad se alegran de que se haga evidente nuestro racismo y nuestra capacidad de diferenciar a un blanco europeo de un terrorista de Oriente Medio. Y hacer evidente nuestra ignorancia tal vez nos ayude en algo. Por otro lado: ¿imaginan el alivio que debería suponer para la comunidad musulmana de Europa que la matanza no fuera hecha por un fanático islamista? Después de soportar lo que siguió a los atentados de Al Qaeda en los Estados Unidos y en Europa, no sé si ahora habrían podido, como comunidad, con más racismo, más suspicacia, más diferencia.

Tras los atentados de NY hicieron bajar de un avión a una amiga egipcia porque algunos pasajeros tenían miedo de volar con un árabe. Puede parecer comprensible pero ésta debería haber sido la primera misión de todos los gobiernos de todos los países del mundo: Atajar la islamofobia y el odio. Que hoy se han extendido por toda Europa con su viejo sombrero blanco de cucurucho y se han instaurado en muchos partidos políticos. Y que es, ha sido y seguirá siendo el recurso que utilizarán los grandes magos de las finanzas para manipular nuestro miedo. Y finalmente porque sería patético que no aprendiéramos nada del desastre noruego. Que pensáramos que no ha sido una consecuencia.

Los católicos no serán los nuevos enemigos, ni serán juzgados social y jurídicamente como los musulmanes. Esto no va a ocurrir. Pero quizás esta desgracia nos debería servir para entender que Europa fue sembrada con un odio que en el que muchos confiaron para salvar su bienestar. Y que ese odio ha sido redituable y vergonzosa y ha llegado el momento de que nos rebelemos en su contra. De otro modo no estraremos a salvo: No de los musulmanes, que no nos han hecho nada, sino de nosotros mismos.

Más Noticias