Luna Miguel

La gran borrachera

La gran borrachera

 

Podríamos ponernos sensibles por ser el fin del año: en este día viejuno uno siempre tiende a hacer memoria –histórica y acaba mirando con ojos tristes el platillo de las doce uvas "pero, ay! cómo pasa el tiempo ¿ya estamos aquí reunidos de nuevo? ¿Otra vez la sonrisa de Ramón García? ¿Otra vez la botella de Sidra el Gaitero como preludio de esa borrachera Estatal?"... Todos los años lo mismo. Aunque también podríamos hacer "algo diferente y original", algo como "una campaña para que la gente rece mucho" porque qué cosa mejor puede hacer un humano que rezar. Podríamos imitar a Luis Fernando Pérez Bustamante y en vez de crear una esquela por cada niño y niña víctima del aborto, hacerla por cada una de las injusticias que este 2009 nos ha traído. Aprovechemos entonces, los que no entendimos quién era quién, o quién  robaba cuánto en el caso Gürtel, para comprender mejor el mundo gracias a los resúmenes de voces e imágines de archivo. Aprovechemos para recordar por qué sufrimos tanto, por qué fuimos tan pobres, por qué estuvimos tan enfrentados. Pero eso sería demasiado fácil. Acordarse de lo feo es siempre mucho más fácil que acordarse de lo bueno. De todos modos, ¿a quién le interesa lo bueno si hasta en los días supuestamente hermosos como éstos seguimos discutiendo sobre lo pecaminoso del aborto, sobre la incomprensible pena de muerte en las grandes potencias mundiales, sobre el terror y el pánico ante la Gripe A, que, bah, al final no era tan grave? La Noche Vieja se hizo para olvidar. Porque yo tampoco recuerdo las cosas que nos hicieron reír, me emborracharé esta noche, como el resto del país, para ver si al despertar, tan resacosos, el 1 de enero de 2010 fuera capaz de traernos algo distinto.

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