Luna Miguel

Mi primera vez con Zapatero

(o, Recuerdos risibles de una adolescente y sus hormonas)

Cuando tenía quince años amaba a Zapatero. Ahora no lo amo. Ahora se va. Me caía muy bien y luego me ha ido decepcionando progresivamente. Suena estéril y estúpido lo que digo: así es. ¿Pero a cuántos no nos ha pasado? ¿Cuántos no nos hemos desilusionando con el paso de los años y de sus mandatos, y de los problemas, y las crisis, y que primero nos saquen de una guerra y todo sea guay para de pronto nos metan en otra y todo sea miedo? Yo amaba a Zapatero. Con él me interesé por la política por primera vez, con él salí a manifestarme por primera vez y gracias a su entusiasmo pensé que vivía en un país chulo por primera vez.

Todo se acabó a los pocos años, cuando el presidente dejó de interesarme, ¿pero qué nos quedaría sin él? ¿Qué nos quedaría? Un Rajoy quejumbroso. Ni hablar. Quizá el problema de mi amor por Zapatero venga del poder. De la insistencia. De lo cansino de soportar a alguien tanto tiempo. La convivencia es así: uno se cansa de vivir con sus padres muy pronto, y el presidente es nuestro padre, por eso lo detestamos y cada decisión nos parece mala aunque en el fondo siempre estemos de acuerdo con algunas de sus cositas. Quién sabe. Cuando uno tiene lo que deseaba, es decir, a un "héroe salvador" en tiempos de desconfianza y extrañeza, todo lo que venga después va a resultar anodino. Fuiste el héroe un tiempo, mi primer héroe político, Zapatero. Da asco cuando la tontería puede al talante. Y las próximas elecciones generales serán las primeras en las que pueda votar... por primera vez, sí... pero no contigo.

Más Noticias