Fuego amigo

¿Dónde estaba Zapatero?

Como no tengo alma de profeta del Apocalipsis, me encanta fracasar en mis predicciones catastróficas. O quizá la reunión de marras no salió tan mal como vaticinábamos los pesimistas gracias a que Mariano Rajoy es capaz de cualquier cosa con tal de llevarnos la contraria. Gracias, jefe de la oposición por llevarme la contraria. Que dios te guarde muchos años como jefe de la oposición.

Si la reunión entre Rajoy y Zapatero nacía con muy malos presagios bajo el brazo, reconozcamos que terminó de manera muy rara. Mariano Rajoy se largó a dar la rueda de prensa a su refugio madrileño de Génova 13, y no abrió la boca sin antes consultar con sus colaboradores lo que tenía que decir. Aunque el encuentro se desarrolló sin testigos, necesitó de sus asesores de imagen y estrategas en la sombra para conocer qué le había parecido la reunión a él mismo. Fantástico. ¿Y qué dijo al final? Pues se atuvo a un guión medido, escrito muchas horas antes, sin duda. "Ahora toca actuar" (...) "La prioridad es la derrota de ETA" (...) Así que "yo apoyo al gobierno para derrotar a ETA". Esa ha sido la muletilla diseñada por el gabinete de imagen del PP, el apoyo para derrotar a ETA, que repitió media docena de veces, como dando a entender que al gobierno socialista no le interesó nunca derrotar a ETA.

Rodríguez Zapatero, el otro contertulio, estaba en paradero desconocido. En vez de salir a dar la cara y que todos pudiéramos leer entre líneas su lenguaje corporal, además del escrito por sus correspondientes asesores, envió para hacernos un resumen de sus impresiones, como hizo dios con Moisés (cito a dios por segunda vez, ¡voto a dios!), a su vicepresidenta primera, quien, al igual que los asesores de Rajoy, tampoco había estado en la reunión. ¿Cómo habrá sido este encuentro que ni ellos mismos se atreven a explicarlo en caliente, de forma espontánea, sin notas manuscritas, sin antes consultarlo y meditarlo con sus intermediarios y asesores?

El clima de la reunión, según los asesores de ambos bandos, todos ellos ausentes de la sala donde se vieron las caras sus jefes, ha mejorado. Lo que no es poco. En realidad tampoco había mucho margen para la disensión cuando probablemente la banda terrorista está diseminando por España sus comandos con coches cargados de explosivos o acondicionando el zulo donde va a malvivir el próximo secuestrado.

Como al parecer no hace falta haber asistido a la reunión para saber cómo discurrió (la reunión; ellos no sé si discurrieron), me creo en el derecho y el deber de expresar mi impresión. Y es ésta: la reunión ha servido únicamente para evitar que el próximo atentado pille a Rajoy con el pie cambiado, y que los ecos de esa imbecilidad cansina de que el gobierno ha pactado con ETA no retumben impúdicamente entre las paredes de la iglesia donde esté celebrándose el funeral por las víctimas. Y con el mayor deseo de convertirme en el profeta más inútil del reino, auguro que Rajoy y su muchachada volverán a las andadas según vayan transcurriendo los días sin muertos encima de una negociación que ya no existe.

Porque la palabra de Mariano Rajoy tiene el valor de la falsa moneda, después de tres años utilizando la lucha antiterrorista como argumento central de oposición, sin el menor aliento ni apoyo a los intentos de alcanzar la paz por parte de un gobierno que actuaba con el consenso de la mayoría parlamentaria y, por lo tanto, de la sociedad a la que representaba.

Por todo ello, unas palabras de Rajoy me dejaron sumido en un océano de dudas, y no sé si interpretarlas como una muestra más de su particular y sutil sentido del humor: «Apoyaré a Zapatero como hice siempre».

¿Como hizo siempre? Pues estamos jodidos.
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Primera meditación para hoy: cuando Zapatero se refirió inconscientemente al "accidente" de la T-4 de Barajas, en lugar del "atentado", tuvimos que soportar todo tipo interpretaciones malévolas por parte de la derecha. Pero ya sabemos que el que bebe vodka se equivodka, como le ha ocurrido a Sarkozy en su reunión con Putin, medio piripi en la rueda de prensa posterior, como un Aznar cualquiera. Ahora pasará a la historia de los traspiés verbales una perla de Rajoy: "ETA es una gran nación... perdón, España es una gran nación".
Segunda meditación para hoy: El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, manifestó su malestar porque se haya "puesto en duda la imparcialidad en la investigación" de los atentados del 11-M, trasladando dudas a la opinión pública acerca de la autoría de la masacre en "un proceso paralelo al judicial", una teoría conspiranoica capitaneada por el PP y sus siervos mediáticos, el diario inmundo y la radio inmoral de los talibanes de Cristo. Citó, para apoyar su reprimenda, una sentencia inmortal de Cicerón: "No hay nada más hermoso que buscar la verdad, pero no hay nada más indigno que buscar la mentira y tratar que esa mentira se convierta en la verdad". Pero es que ni el gran Cicerón podía intuir hasta dónde alcanzaría el valor moral de la mentira como instrumento en manos de la derecha cristiana, siglos después.

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