Fuego amigo

La fiebre provoca delirios de grandeza

Dicen que las consultas de los psicólogos están a rebosar de gente deprimida por culpa de la crisis económica. El dinero, definitivamente, es una mierda: tenerlo no trae la felicidad, y no tenerlo te deprime. Aunque yo estoy seguro de que habría que adoptar la solución combinada de hacer pasar también por el sillón de los psicólogos a parte de los culpables, a los banqueros desalmados que se niegan a colaborar, víctimas, también ellos, de un miedo insuperable a no cobrar las hipotecas.

La crisis nos tiene a todos trastornados. Comenzó, como la gripe mexicana, con una pequeña tos, y desembocó en una fiebre altísima que provoca cuadros delirantes en los pacientes. Al pobre José María Aznar la fiebre le hace creerse premio nobel de economía, o un Napoleón de un ejército de economistas mágicos, y cuando los enfermeros se descuidan se les escapa a dar conferencias en las que dice cosas pavorosas y que provocan mucha vergüenza: "Conmigo en el Gobierno no se hubiera producido esta crisis".

Su esposa, Ana Botella, está tan ocupada en gestionar ese medio ambiente que le han encargado en Madrid, que tiene completamente descuidado el otro medio, que no es otro que su marido, cada día más delgado y ojeroso, con unas greñas que madre mía santísima.

Pero los hay, pobrecicos míos, en estado mucho más avanzado de fiebre delirante, si cabe. El presidente de la Conferencia Episcopal, Monse Rouco, crucifijo en mano, deambula por las calles, como alma en pene, travestido con unas sayas largas de color púrpura, pidiendo a todos que nos arrepintamos: "La actual crisis (...) sólo será resoluble si se acude a los recursos de la gracia y al don de Jesucristo Resucitado; en una palabra, si se está dispuesto a la conversión". Y los de Wall Street fumándose la misa todos los domingos.

No es que sea un cínico o un imbécil clínico este Monse. No. Y aunque así fuese, yo jamás lo diría. Él es bueno. Sus delirios son producto de la calentura. Cuando hay sequía le da por sacar los santos, y cuando hay crisis, los confesionarios. A otros les da por disparar a niños en un colegio o practicar el deporte de la pederastia, que es mucho más trágico. ¡Qué mala es la fiebre, dios suyo! Creo que, tanto Aznar como Monse van a tener que comulgar con Tamiflu durante una temporada, o acabarán contagiando a todos sus feligreses.

Como dice un amigo mío, un tal Manolo Saco, que se dejen de hostias, y más Tamiflu.

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