02/10/2007

El nacimiento de un nuevo partido, como el nacimiento de un nuevo hijo, o el de un nuevo periódico, viene con la incertidumbre de que no sabes cómo van a ser de mayores. En nuestro caso es Público y notorio. En el del nuevo partido -Unión, Progreso y Democracia (UPD)- propiciado por la ex socialista Rosa Díez y el filósofo Fernando Savater, apadrinados por el escribidor Mario Vargas Llosa, hay que ponerse a estudiar la letra pequeña, porque a primera vista no sabes si son fachas o podencos, si son gatos o liebres.
Si me nombraran jefe del gabinete de imagen de UPD, cosa que no les recomiendo, mandaría, como primera medida, hacer un manual de estilo (en mi caso se llamaría Manuel de Estilo) para explicar a nuestros futuros votantes quiénes somos y a dónde nos precipitamos. Quizá una brújula, porque los clientes somos gente tan elemental que para comprar necesitamos orientarnos antes por los océanos de la política, donde no está claro por dónde quedan la derecha o la izquierda, y sopesar los precios con detenimiento. "Mire usted, quería que me pusiera 200 gramos de centro liberal, 150 de izquierda progresista y 300 de nacionalismo campero pata negra. Es para una merienda de negros con mis amigos".
Porque en el mercado hay mucha falsificación. Cuando oyes, por ejemplo, a Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre decir que su partido es de centro, inmediatamente piensas que ese PP es una falsificación traída de China. Mi madre, que era una experta catadora, habría descubierto el fraude inmediatamente. Y así ocurre lo que ocurre, que te compras una Rosa Díez nueva, con sus vestiditos de socialista, y te sale una Mariana Pineda de la monarquía.

Es tal el lío que tienen montado en ese nuevo partido (de la república ni hablar, España, Una, Grande, Libre, ni de izquierdas ni de derechas ni de centro, banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda, nos oponemos al fin dialogado de ETA...), que me imagino a los nuevos afiliados en la fiesta preguntándose entre sí: Oye, ¿tú vienes por el novio o por la novia? ¿A ti te invitó el Varguitas de derechas, la Díez de izquierdas, el Savater "revolucionario sin ira o el conservador sin vileza?" Vamos, un follón.
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Meditación para hoy: José Antonio Roca, el presunto jefe de la trama del caso Malaya, está en la cárcel. Cuando eres libre no tienes nunca tiempo, y cuando no eres libre, lo que te sobra en la cárcel es tiempo. Roca ha decidido emplear el suyo en el rediseño del módulo de su celda carcelaria, con jardincito adosado incluido. No hay peligro en su desvarío porque es un simple ejercicio de imaginación. En cambio, el magistrado del Tribunal Constitucional Roberto García Calvo, ex falangista que juró los Principios Fundamentales del Movimiento represor, y que está libre gracias a una «transición modélica» (?), puede utilizar su imaginación para derogar con su voto leyes votadas en el Parlamento, como el matrimonio entre homosexuales, o decidir sobre si el estatuto de Cataluña rompe la idea de la España franquista que lleva en sus genes. Como decía Alter K, ¿os imagináis en Alemania a un magistrado del TC que hubiese estado afiliado al partido nazi? ¿Cuál de los dos os da más miedo?