Fuego amigo

Yo pisaré las calles nuevamente

Bueno, pues la suerte está echada. El Partido Popular, después de habernos puesto tiernos con él durante estos días, venga hombre, hala, que tu puedes, es sólo un ratito lo que dura una mani, que no duele, ya verás, y cosas así, después de haberlo tratado entre todos como si se tratase de un partido democrático, dispuestos a admitirlo como animal político de compañía por un bien superior, ha decidido al fin ponerse a las órdenes de los predicadores de la cadena del mensaje cristiano del odio y del rencor (¡qué pena que dios no exista!) y acaba de anunciar que no respalda la manifestación del sábado en Madrid, y por supuesto menos todavía la convocada por Ibarretxe.

Y es que oyendo a los talibanes de la radio, a ver quién era el bonito de la extrema derecha que dirige ese partido que se atrevía a lo contrario. Llegó Federico y mandó a parar, con amenazas a los ecuatorianos que pensaran ir a la manifestación: "Y no se dejen manipular señores ecuatorianos. No se dejen manipular. Que los están manipulando. Que han caído como chorlitos. Que se van a manifestar con los comunistas y Pilar Manjón, valga la redundancia. Sin el PP. Y recuerden, señores ecuatorianos, que aunque el que mande tenga querencia progre o bilbaina, las tres comunidades donde están los ecuatorianos son Madrid, la Comunidad Valenciana y Murcia. Recuerden. Ustedes, por ignorancia, no por malevolencia supongo, se han metido en un enjuague siniestro para aislar al PP. Y les repito, señores ecuatorianos, las comunidades donde ustedes viven son del PP. O sea que ustedes piensen antes de meterse en según qué tinglados..." Sólo le faltó un pequeño detalle: "Y no se olviden las criadas ecuatorianas que a sus señoritos los muertos ecuatorianos les importan un pimiento". Hubiera quedado redondo, ¿a que sí?

Así que con el ojo de dios, a través de su radio en la Tierra, vigilando la ortodoxia, el PP decidió no apoyar la manifestación porque "genera división y siembra confusión en la estrategia de lucha contra ETA". Esa es la versión oficial. La subtitulada es porque "genera división y siembra confusión en la estrategia de lucha contra el gobierno".

Lo que no sabe el PP es que muchos han respirado profundamente. Así como cientos de miles de personas acudimos con la nariz tapada a aquella manifestación trampa convocada por el gobierno de Aznar por el 11-M, bajo la sospecha, después confirmada, de que no había sido ETA la causante de la matanza, de la misma manera muchos de nosotros estábamos dispuestos en esta manifestación a soportar la compañía de los que entonces nos mintieron, por demostrar esa unidad tan necesaria entre los españoles contra ETA.

Ahora sé que no tendré que echar mano de un pañuelo perfumado de democracia en esa manifestación para soportar el hedor fascista de las malas compañías, que los que allí nos congreguemos alzaremos la voz limpia "por la paz y contra el terrorismo", dos palabras que no necesitan adjetivo ni matización alguna. Más que un error, más que una ignominia, más que un desprecio contra los inmigrantes que algún día votarán en las municipales, creo que el Partido Popular ha cometido una estupidez colosal. Y muy probablemente, a tenor de los días y las horas que lo llevan discutiendo internamente, va a ser motivo de graves disensiones entre sus propias filas.

Ha conseguido, con esa explicación infantil, alimentar la sospecha generalizada de que su mayor tragedia sería que un gobierno socialista acabara con la banda terrorista, de que no desea de ningún modo el final del terrorismo, pues el miedo es una sensación primaria que logra muchos votos en las mentes primarias. Su voto se alimenta de ese terror a todos los males apocalípticos que nos vaticinan y que con tanto amor riegan los jardineros de Génova 13.

Y ha conseguido, sobre todo, convertir la que debería ser una manifestación unitaria contra ETA en un plebiscito a favor del gobierno y en contra de la más rancia e inmoral derecha de cuantas ramonean en Europa. ¿Era eso lo que pretendían? ¿Entrar en el juego de a ver quién la tiene más grande? ¿Volver a contar manifestantes con su prodigiosa vara de medir, y así convertir la guerra contra ETA en una guerra absurda de cifras?

Al final, la manifestación va a tener la segura lectura de un frente democrático contra la intolerancia, la fascista y la etarra, como un gran desperezo que nos estábamos mereciendo los demócratas después de haber soportado durante tantos meses las manifestaciones convocadas por la extrema derecha, y bendecidas por los talibanes de las sotanas, contra los homosexuales, contra la España que se rompe, contra el proceso de paz, contra tanta tragedia que solo existe en sus mentes enfermas.

"Yo pisaré las calles nuevamente", que decía Pablo Milanés, esas mismas calles que antes utilizaron fraudulentamente las víctimas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo de Alcaraz, los obispos integristas, los legionarios de Cristo, la secta del Opus Dei y demás derecha golpista y mendaz. Yo pisaré las calles nuevamente a las 6 de la tarde del sábado, pero ¿qué hará Esperanza Aguirre, la presidenta de Madrid? ¿Qué hará el alcalde de la ciudad donde se desarrolla una manifestación multitudinaria contra el terrorismo? ¿Se plegará a la estrategia dictada por su partido o su olfato político le empujará a presentarse como el más alto representante de la ciudadanía madrileña?
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Meditación para hoy, por si fuera poco: La plataforma ultracristiana Hazte Oír, la que forma parte del Foro Español de la Familia (de la familia cristiana, se entiende) que organizó aquella manifestación del año pasado contra el matrimonio homosexual, ha exigido por carta a Rajoy que expulse a Ruiz Gallardón del partido por haberse atrevido a multar al restaurante madrileño que rechazó celebrar una boda gay. Le acusan de "deslealtad y abuso de autoridad". Pues bien, y sin que sirva de precedente, apruebo la moción. Por una vez estoy de acuerdo con los ultras: hay que echar a Ruiz Gallardón del partido y de la alcaldía. Porque, salvando las diferencias, el alcalde de Madrid es como mi mujer, no se le puede dar la razón, aunque la tenga.

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