Fuego amigo

De vuelta a la miseria de donde salió

La utilización de las víctimas con fines políticos está provocando efectos muy indeseables. Nuestro contertulio AlterK nos remitía ayer a una entrevista hecha al incalificable (bueno, sí, se le podría calificar) presidente de la AVT (Aprovechados de las Víctimas del Terrorismo) más preocupado por nuevas y delirantes teorías conspiratorias que por el estado de las víctimas a las que dice representar, prefiere los micrófonos de los medios de comunicación al consuelo a los familiares de los muertos entre los escombros de la T4 de Barajas. Quizá porque dos muertos ecuatorianos que cobraban un salario anual menor al precio de cualquier abrigo de visón, de esos que se pasean en sus convocatorias, no son muertos con caché suficiente para su secta.

Cuando ayer vi por televisión las imágenes de los familiares de Carlos Alonso Palate, allá en una aldea misérrima de Ecuador, comprendí que ETA no había asesinado sólo a un inmigrante, había matado las esperanzas de un futuro mejor para su madre, viuda, sus hermanos y sobrinos que malvivían con el dinero que les enviaba desde España. Si queréis ver el rostro de la desolación en su forma más cruda intentad contemplar la escena de esa familia, frente a la miseria agobiada por un entorno de infraviviendas, buscando ante la cámara una explicación a su mala suerte. Y si no podéis contener las lágrimas, procurad que no os vean: puede haber un facha acechando tras las ventanas para echaros en cara que son lágrimas de cocodrilo, que vosotros, sin duda amigos de ETA, no tenéis derecho a llorar por "sus" muertos, porque esa derechona que se ha apropiado de los sentimientos de compasión no puede comprender que alguien pueda llorar por las injusticias.

Esas imágenes de aquella madre llorando lágrimas secas por el hijo y el futuro perdidos me han servido para comprender mejor el valor de la inmigración, no tanto como la savia nueva y pujante de nuestra economía, sino como la función social que desempeña. Al igual que nos ocurrió a nosotros con nuestra emigración a Europa y América, un emigrante arrastra tras de sí todo un universo familiar que depende de él para subsistir. El primer mundo exporta bienes de equipo y el tercer mundo, lo que le sobra, mano de obra desesperada.

Me importa un bledo si Zapatero ha decidido o no explicar en el Parlamento en qué estado queda el proceso de paz a esa derecha que tanto ha trabajado para que fracasara. Bueno, en realidad me importa, me entristece que tenga que explicar lo obvio sólo porque se siente acosado por un partido que únicamente ha jugado a la deslealtad en este asunto. Pero la secretaria de Estado de Cooperación Iberoamericana, Trinidad Jiménez, que acompañará al cadáver de Carlos Alonso y a sus familiares en su viaje a Ecuador, debería saber que no puede desembarcar allí como un rey mago con sus regalos, que a los parientes del fallecido no les basta con el cadáver envuelto en miles de euros, pan para hoy y hambre para mañana, pues a esa muerte están encadenadas otras muertes en vida que hay que solucionar, de las que en cierta medida los españoles somos responsables.

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