Fuego amigo

Los impuestos como arma política

Los neo liberales nos han descubierto su aversión histórica al pago de impuestos. El guión siempre había sido que los ricos son ricos porque son los que cobran los impuestos, no los que los pagan. Así que sus descendientes temen al monstruo porque han vivido en su vientre. Hasta ahora era el pueblo, campesinos y artesanos, sobre todo, quien odiaba pagar los impuestos a los reyes, a los señores feudales o a la Iglesia, gente toda ella ociosa que tan sólo sabía ganarse el sustento gracias al sudor de los demás.

En tiempos de la autarquía, en España no pagaba impuestos ni dios, y la implantación universal del IRPF en la Transición o el impuesto del IVA con nuestra entrada en la Comunidad Europea en 1986 levantó apasionados debates entre quienes auguraban las siete plagas de Egipto sobre la economía española.

Todos coinciden ahora en que el estado moderno del bienestar se edifica con impuestos, pero continúa el debate sobre quién, cómo y cuánto debe pagar. El aumento del déficit público destinado a intentar paliar la crisis económica en los estratos sociales menos favorecidos ha dejado un agujero negro en las cuentas públicas. Y el PP cuenta, para llegar al poder, con el "efecto 11-M" de ese déficit y ganar así las próximas elecciones. De ahí la sobreactuación en su discurso ("rebelión", en palabras de Aguirre) para que ninguna subida de impuestos pueda tapar el agujero por el que aspiran a colarse en Moncloa. "Pretenden que paguemos entre todos los errores del gobierno", dice Mariano.

Ahí está la clave. No es que le importe que la subida del IVA pueda ser injusta o contraproducente, sino que lo que no es justo para Mariano es aumentar un impuesto... para salvar a Zapatero.

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Meditación para hoy (de mi blog de 20 Minutos):

La pasión del PP por la sangre empieza a ser enfermiza. Lleva dos legislaturas utilizando sin pudor a las víctimas del terrorismo en un claro intento de hacer coincidir, en la conciencia de los ciudadanos, a los terroristas (11-M y ETA) con el gobierno socialista. Es la más rastrera utilización del sentimiento de dolor de sus congéneres, pero en su calvario hacia Moncloa parece ser que vale todo.

En su momento manipuló para su causa el dolor de Irene Villa y su madre, víctimas de un atentado de ETA. Por eso a nadie extrañó que, años después, otra víctima de la violencia (esta vez machista), Jesús Neira, aceptase la presidencia del Observatorio de la Violencia de Género de Madrid ofrecida por Esperanza Aguirre.

Ahora le toca el turno al padre de la niña Mari Luz, Juan José Cortés, nombrado asesor del PP en materia de Justicia para la reforma del Código Penal. ¿Su mérito? Ser víctima. Una foto tan sólo, burda propaganda, una nueva banalización del papel de las víctimas.

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