Fuego amigo

Sus groserías, los señores senadores del PP

Todo el mundo se asombra de la falta de colaboración del Partido Popular, un partido de derechas gobernado por la extrema derecha, en la gestión de la salida de la crisis económica. Ni siquiera, como ha ocurrido en otros países de nuestro entorno, cuando sus iguales conservadores europeos (véase Grecia o Portugal) han alcanzado un pacto de estado para soportar conjuntamente la responsabilidad de llevar a cabo ese recorte presupuestario salvaje que siempre acaban pagando los mismos.

En este asunto de recabar dinero para las arcas públicas, la alergia al pacto obedece a una estrategia electoral del PP que haría aparecer así al PSOE como un partido de derechas, traidor a su electorado, insensible con los más débiles, capaz de subirle el IVA de las chuches a los niños y de rebajar las pensiones a los ancianitos. Es posible que hayan dado con la fórmula mágica, no de ayudar a conjurar el déficit público, que eso ni les va ni les viene, pero sí de llegar a la Moncloa.

Hasta ahí las cuentas a brochazo grueso. Más difícil resultaba encajar las razones, hasta ahora no explicadas, de la falta de acuerdo para un pacto sobre la educación. Sin embargo, el que nuestros hijos cada vez sean más incultos y estén peor educados y preparados no parecía llevar directamente a la Moncloa. ¿Por qué no se llegó, entonces, a un pacto de estado sobre la educación?

Veamos. Rita Barberá comprende que la mujer de Zapatero "esté harta". Vicente Ferrer, diputado del PP por Valencia, llama "timonel borracho" al presidente. En el Senado, sus groserías los senadores del PP abuchean, patalean y chillan "Zapatero, dimisión".

Y ahora os vuelvo a preguntar: ¿Cómo van a hacer un pacto por la educación?
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Meditación para hoy:

El juez Pedreira da un paso adelante en el caso Gürtel y ve indicios de cohecho, prevaricación y financiación ilegal del PP valenciano. Alguien sabía algo sobre lo que se venía encima, como decía nuestro querido Gila, y aconsejó a la cúpula nacional del partido no acudir a la fiesta de desagravio que Camps se montó a sí mismo el fin de semana. En represalia, parece ser que Camps está amenazando a Rajoy con dividir el PP y montar un Partido Patrincar de ámbito regional. Valencia es el granero de votos del PP y Camps su administrador. Creo que aquella historia de amor entre él y Mariano ("yo siempre estaré detrás de ti, delante o al lado, me es igual) puede acabar en divorcio.

Volviendo a Gila: creo que alguien se la está jugando...

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