Fuego amigo

Métodos para encarar la crisis

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En mi primer viaje a la universidad de Salamanca, desde mi Ourense natal, allá por los años sesenta, mi santa madre no me dio condones ni unos consejos de utilización en la despedida, como hacen ahora las madres progres, sino que me colgó del cuello un escapulario descomunal de la virgen María Auxiliadora, de la que era muy devota. No recuerdo en qué tramo de aquel viaje en tren me lo quité, acuciado por la idea de que un escapulario de la virgen al cuello no era la mejor divisa para entrar en el templo de la razón. Había sido programada para pensar que todo lo que hay que saber de provecho está en los libros sagrados, y que la ciencia es un sendero peligroso que nos puede conducir a la pérdida del paraíso.

Vosotros quizá pensáis que esto ya es imposible en la España de hoy. Pero ahí tenéis al cardenal Rouco Varela, de negro y con faldas, como mi madre, exponiendo su sabia fórmula contra la crisis, porque debe de pensar que los economistas son unos inútiles que se empeñan en formarse en las universidades en lugar de estudiar en los seminarios diocesanos. El consejo de Rouco es que si rezáramos más, la crisis se acabaría antes.

Dos mundos paralelos. Los curas exorcistas (como lo fue Juan Pablo II) intentando echar los demonios del cuerpo de sus feligreses a cristazo limpio, mientras en los hospitales los psiquiatras los tratan como enfermos mentales. Seminarios que vomitan curas perfectamente preparados... para atacar la peste con oraciones, mientras las universidades luchan contra el Bacilo de Yersin ensayando medicamentos para combatirlo.

Y ahora Rouco insiste en el método de la oración, inconsciente de que ni dios sabe cómo salir de esta crisis.

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Meditación para hoy:

Claro que, como decíamos el otro día, todavía se mantiene en pie ese oxímoron conocido como universidad católica, a la que supongo consultando con el Vaticano sus líneas de investigación. Ayer, otra de ellas, la Universidad Católica San Antonio de Murcia, ha vuelto a nombrar doctor honoris causa a José María Aznar, lo que demuestra (el análisis científico sirve para estas cosas, ¿veis) que cuando ciencia y religión llegan a una misma conclusión, uno de los dos se equivoca.

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