Fuego amigo

Vendrán más años malos, y subirán la leche y el pan

Una de las lecciones más provechosas del debate precursor entre Solbes y el mirlo blanco de Pizarro es que la receta del Partido Popular para enfrentarse a la recesión económica constituye el secreto mejor guardado. Bueno, conocemos por las cuñas publicitarias de Rajoy vaguedades tales como que "hay que ocuparse de los precios" en los próximos años, o bien el nuevo concepto económico diseñado por Arias Cañete, el famoso paquete de "medidas brutales". Cierto es que, viéndole, da la impresión de que, viniendo de él, sólo pueden ser brutales sus medidas.

No sabemos si este silencio, por definir de alguna manera el cúmulo de vaguedades de su programa electoral (nadie conoce si una vez en el poder van a expulsar a los inmigrantes, si se atreverán con el trasvase del Ebro, si piensan anular los matrimonios entre personas del mismo sexo, del mismo sexo de Mariano, quiero decir), se debe a que no quieren que les roben la receta magistral, como hacen los cocineros mediocres, o porque desean ocultar que no tienen ninguna otra que la vieja receta de la cocina tradicional de la economía ultraliberal.

Lo cierto es que los datos macroeconómicos internacionales, esos que, como el cambio climático, apenas afectan a la vida diaria española, en la atinada visión de gran estadista de Mariano Rajoy, son como para pensarse dos veces si merece la pena ganar la presidencia del gobierno.

El euro ya se paga a más de un dólar y medio, con las consecuencias nefastas para nuestras exportaciones, el precio del trigo creció un 25% en un sólo día en los mercados de futuro (lo que comen las vacas que dan la leche que tanto preocupa a Mariano), y el del barril de petróleo brent ha superado ya los 100 dólares, con su efecto en cascada sobre los precios de los productos que más dependen de las fuentes energéticas.

Parafraseando a Ferlosio, "vendrán más años malos y nos harán más ciegos", cuando la economía española acompañe en su pendiente de recesión a las economías más fuertes de su entorno.

Yo, del ganador, celebraría el triunfo con mucha resignación. Creo que ese día dudaré entre felicitarle o darle mi más sentido pésame.

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