Fuego amigo

Vamos a negociar con el señor inquisidor

Hay asuntos que, según Mariano Rajoy, sirven de coartada al gobierno para distraernos de lo único importante, la crisis económica. Como el de la memoria (justicia) histórica o la reforma y actualización de la Ley del Aborto. Si no fuera porque todos sabemos que lo quiere Mariano es que el argumento de la crisis económica nos distraiga de todos los problemas pendientes en la gobernación de este país, sería como para temer seriamente que cuando él gobierne será incapaz de llevar en la cabeza más de un asunto. Como el viejo chiste sobre el presidente americano que no podía caminar y mascar chicle al mismo tiempo.

La ampliación de la Ley del aborto, con una ley de plazos en los que se podrá abortar libremente, incomoda particularmente a la llamada derecha moral, la que tiene repartido su corazón entre sus cuentas corrientes y los confesionarios, a partes iguales, la que durante años financió sus abortos en viajes de fin de semana a clínicas de Gran Bretaña.

El gobierno retoma la cuestión, pendiente ya de su estudio desde la anterior legislatura, consciente de que la Iglesia católica exige participar en el debate como interlocutor decisivo.

Aparentemente, nada que objetar. Sólo aparentemente, porque sentar a una mesa de debate a una organización que anuncia de antemano que no admite el debate sobre el asunto a tratar es por lo menos estúpido. Recuerda el caso de José María Aznar cuando se sentó a negociar con la banda terrorista ETA para, según él, no negociar. ¿En qué quedamos?

La vicepresidenta De la Vega aventura una "negociación" de varios meses para que la norma final sea fruto del mayor consenso posible. Pero, ¿consenso con quién? El Vaticano no ha perdido ni un minuto en apuntarse. Por boca del cardenal Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la vieja Inquisición, el Vaticano pide que el gobierno español establezca un diálogo con la Iglesia.

Muy oportuna la petición. El heredero de la Inquisición, el organismo que condenó a muerte y tortura a miles de adultos por delitos inexistentes, se preocupa por el destino de los nonatos, vengan sanos o con una condena a vivir torturados (ellos y sus familiares) por discapacidades físicas o mentales.

Como ya hemos recordado alguna vez, el problema es el almita. Con un dios de guardia esperando a que terminemos de echar el polvo para colocar un almita indestructible e intocable al cigoto recién creado es imposible dialogar. Porque no se trata de sentar a la mesa a los católicos. Es el Vaticano, con ese espíritu dual de Estado microscópico y universal, que utiliza según convenga a la ocasión (mensajero de paz y de guerra al mismo tiempo), quien se siente legitimado para inmiscuirse en las decisiones de un país soberano. ¿Qué se puede discutir, y en qué términos, con el señor inquisidor? ¿Cuándo un feto es un ser humano? ¿A qué edad puede sufrir con el aborto? ¿Cómo se va a discutir con el señor inquisidor sobre cuestiones fisiológicas si lo único que le importa es el almita?
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Meditación para hoy:
El gobierno de los Estados Unidos ha intervenido las dos mayores compañías hipotecarias del país, las que con su política de hipotecas basura han estado a punto de desencadenar el derrumbe del mercado financiero mundial. La peligrosa forma de gestionar el crédito por parte de ambas corporaciones ha sido una lección histórica para los ultraliberales, una lección en la que han estudiado dolorosamente nuevas materias, como que el adelgazamiento del estado y todo ese corpus doctrinal del capitalismo salvaje de laissez faire laissez passer que atesoran como credo no siempre consiguen el beneficio de la colectividad. Así que ahora tienen que acudir a salvar las empresas en peligro, como vulgares socialdemócratas, ¡y en plena campaña electoral!

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