Fuego amigo

La salvación de Alitalia está en manos del Señor

Al comienzo de la carrera papal de Juan Pablo II, el Papa viajero, corría el siguiente chascarrillo: "¿A que no sabes por qué el Papa besa tierra cada vez que desciende del avión en cada una de sus visitas pastorales?" Mientras buscabas una respuesta ingeniosa, el otro te contestaba: "Se ve que no has viajado nunca en Alitalia". Era una pequeña venganza de los usuarios italianos, hartos del trato recibido por su empresa nacional, su Iberia particular, que padecía la enfermedad crónica propia de las compañías de gestión pública.

El papado, desde entonces, estableció con la compañía aérea un contrato de ayuda mutua: el vicediós se convertía en imagen de marca de Alitalia, y ésta a su vez proporcionaba los aviones de su flota para elevar al cielo a Woityla, y colaborar, de paso, en una operación de culto a la personalidad que no se recordaba desde los tiempos de Stalin o el Duce.

Ahora Alitalia está pasando por una situación crítica que le puede llevar, hoy lunes, a dejar sus aviones en tierra, debido al encarecimiento del combustible, amenazada de quiebra después de que Benito Berlusconi, con su nacionalismo rancio, hubiera rechazado la oferta de Air France.

Los expertos (ateos, por supuesto), que sólo encuentran el rastro del alma en las huellas dejadas por el dinero en los libros de contabilidad, han dictaminado que el enfermo está tocado de muerte. Pero ignoran que entre los balances contables existe un intangible (que no se puede tocar), y que no es otro que la posibilidad de que acuda en su socorro un inversor invisible, el dios de Ratzinger, que ya está avisado por el Papa de las dificultades por las que atraviesa la compañía aérea que tanto les ha acercado físicamente en la antesala del cielo.

"Rezo por vosotros desde hace tiempo", le confesó el Papa hace unos días al comisario extraordinario encargado de reflotar la compañía. Personalmente creo que Ratzinger no ha hecho un buen negocio con esta confesión, no midió bien las consecuencias de sus palabras. Porque ahora si Alitalia termina en quiebra, las conclusiones pueden ser desalentadoras: o bien es una prueba más de la inexistencia de dios, o bien la constatación de que lo del duce Berlusconi no hay dios que lo arregle.
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Meditación para hoy (también):
Creo que lo dicho puede servir como pie para continuar meditando sobre las pruebas científicas de la existencia de dios, que tantas pasiones desató en el post de ayer. Por ejemplo: si hoy Alitalia sortea la quiebra mediante nuevos inversores o acuerdos salvadores con los sindicatos, ¿sería ello tomado como prueba de que dios existe y de que Ratzinger tiene más mano en el cielo de lo que nos pensábamos?

Por cierto, en viaje de Alitalia llegó a Francia para una nueva visita pastoral. En el santuario de Lourdes arremetió contra los divorciados, repitiendo la vieja doctrina de que "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". La Iglesia tiene que mantener la indisolubilidad del matrimonio porque es una de sus fuentes históricas de financiación a través del Tribunal de la Rota. El matrimonio es indisoluble hasta que no logras deshacer las ataduras con una buena provisión de fondos a los abogados eclesiásticos. Para estos casos la Iglesia tiene otra doctrina salvadora, un plan B: "A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos". (Mateo 16:19). Tranquilos, pues, porque la máquina de desatar de la Rota continúa bien engrasada, con el permiso explícito del jefe.

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