Fuego amigo

Mi nombre es Bón, Bor bón

La reina Sofía, con sus declaraciones públicas a Pilar Urbano, ha transmutado su impecable valor simbólico, de reina profesional que besa y llora siempre en el momento adecuado, en el escaparate real del pensamiento del PP y de la Conferencia Episcopal.

Es lo malo de vivir en un palacio, que te convierte en un espécimen de una rara especie, posiblemente en peligro de extinción, cuyo conocimiento de la realidad se circunscribe al contacto visual con los curiosos que se acercan a tu jaula dorada.

Imaginad por un momento a la hembra de un Zopilote rey (Sarcoranphus papa), un buitre de hermosos colores de los que ya quedan pocos ejemplares, cuya jaula es visitada a diario por gente que pretende acariciar su vistoso plumaje, gesticula de forma ininteligible, y le habla con unos sonidos para ella indescifrables. ¿Qué idea se formará la hembra de este rey Zopilote sobre la vida de ahí afuera? Pensará, sin duda, que el mundo es un lugar absurdo, incomprensible, estrecho, que los animales que se acercan a sus barrotes actúan de forma necia porque le gritan cosas que no sabe interpretar, y que los únicos que en realidad merecen la pena ser tenidos en cuenta son los que todos los días le traen a la jaula su rica comida, carne en estado de perfecta mortificación y agua pura y fresca.

Cuando vivía en libertad, el macho del Zopilote rey ("hola, querida: mi nombre es Bón, Bor bón", le diría pícaramente), traía al nido noticias exactas del mundo, del tamaño de las piezas que había cobrado, de los cambiantes colores del bosque, del murmullo de las fuentes, mientras su hembra querida empollaba los huevos de los que habrían de nacer graciosos zopilotitos que asegurarían la especie.

Pero dentro de una jaula las noticias del exterior son confusas, sus conservadores no pueden dejar que la gente se acerque demasiado, porque las reacciones de los buitres resultan impredecibles. Para estos casos, para que los niños puedan acercarse sin peligro, cabe la posibilidad de exponer a la hembra del Zopilote rey en su versión disecada. Como un buen taxidermista no tendría el menor problema para conservarle la misma mirada brillante e inteligente, y un plumaje de idéntica viveza, los niños creerían al verla que el Zopilote rey es un buitre inofensivo. Sería una imagen falsa, pero mucho más tranquilizadora.
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Meditación para hoy:
Por cierto, hoy la majestad suya, la hembra de la especie, cumplía 70 años. La vi en televisión, saliendo del concierto en el que Zubin Mehta la había agasajado con ocho versiones del "Cumpleaños feliz". No se le notan los años pero parecía verdaderamente feliz. El rey, que prefiere el fútbol y los toros a la música clásica, la acompañaba con cara de pocos amigos, apenas esbozó una sonrisa de circunstancias, y parecía no compartir en absoluto la felicidad de la reina de su corazón. Va a ser verdad que el matrimonio está pasando por un mal momento, y no por culpa de la hipoteca de su nido.

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