Fuego amigo

El móvil del crimen

Resultó que un día el ex ministro del Partido Popular Francisco Álvarez-Cascos se dejó el teléfono móvil encima de la mesa, sin reparar en que es un arma muy peligrosa cuando está cargada. Con su teléfono móvil se cometió un crimen. O sea, el de Álvarez-Cascos resultó ser el móvil del crimen. Hoy tiene que responder ante el juez a algunas preguntas incómodas, como, por ejemplo, si sabe quién fue el irresponsable que, en su ausencia, se dedicó a enviar mensajes SMS con bulos que acabaron haciendo bajar las acciones de Sacyr un 12% en tan solo dos días de la campaña electoral. "Próxima suspensión de pagos de Sacyr Vallermoso. El PSOE, responsable de pactar inmunidad y pagar a los responsables de dicha compañía a cambio de aguantar hasta después de las elecciones. Zapatero se ha jugado el puesto. Pásalo."

Dicen que Álvarez-Cascos es un ejemplo de libro de la doble moral de la derecha del PP. Él ya pertenecía a Alianza Popular, el "partido antecessor" del PP que se opuso en 1981 a la segunda ley de divorcio, tras la primera de Fernando de los Ríos de 1932 en la Segunda República. Gracias a la ley del 81, tras la consecuente campaña de la derecha de que la familia se rompía (¿dónde habré oído de nuevo esta martingala?), Álvarez-Cascos pudo contraer matrimonio (¿en este caso habría que decir "expandir matrimonio"?) tres veces, con resultado, por ahora, de seis hermosos hijos. El buen cristiano de derechas aborrece el divorcio, pero ya que estamos...

Más tarde, para los de su partido, toda la izquierda pasó a ser una chusma de "pancarteros" que pretendía ganar en manifestación lo que perdía en el Parlamento, si bien al cabo de los años aprendieron a utilizar con maestría las pancartas, incluso cómo usar sus palos para agredir con ellos al oponente político, a José Bono, sin ir más lejos. Son tan tontos que creen que Bono es su adversario político. Pobrecicos.

Acusaron a la izquierda de haber provocado su caída en las elecciones de 2004 mediante la técnica del "pásalo" vía teléfono móvil, cuando corrían rumores de que el PP estaba tramando posponer las elecciones tras el 11-M. Y ahora, en castigo, al menor descuido, le birlan el móvil y se dedican con él a matar empresas, y no rojos, que sería lo suyo. ¡Qué cruz! Mira que aprenden rápido estos chicos del PP, y con qué celeridad se ponen al día. Un día de estos abandonan el bótox y se enganchan a los tatuajes.

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Meditación para hoy:

La construcción está liderando la crisis. Sacyr Vallehermoso necesita enjugar su deuda milmillonaria de su negocio de la construcción, y quiere vender, como sea, su jugoso 20% en la petrolera Repsol, una de las diez más importantes petroleras no estatales del mundo. Ahora la pretende una compañía privada rusa, Yukoil, lo que complica más este juego de ajedrez, porque el gobierno español se queda sin argumentos para oponerse a la venta, como pensaba hacer con Gazprom, de titularidad estatal. Para vetar la operación, queda el argumento endeble de que Repsol pertenece a un sector estratégico y que nunca se sabe quién está de verdad tras el accionariado de Yukoil.

Y aquí entra de nuevo el patriotismo de hojalata (¡PAÑA!) del PP que no puede consentir que Repsol "caiga en manos extranjeras". No sé si vais pillando, queridos niños. El teléfono móvil de Álvarez-Cascos quiso hundir Sacyr Vallehermoso antes de las elecciones, para que toda España (¡PAÑA!) se diese cuenta de la dimensión de una crisis que el PSOE pretendía ocultar, y ahora derrama lágrimas de cocodrilo patriotero porque esa misma empresa que quisieron hundir puede dar la mayoría accionarial en Repsol a los rusos, unos extranjeros de mierda que eran comunistas hasta apenas el otro día.

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