Marcha a Bruselas

Mucha, mucha policía...

ANA CUEVAS

Como andaba preocupada por mis compañeros marchistas desde ayer, cuando me comunicaron que eran interceptados por gendarmes cada poco trecho, no he esperado que se pusieran en contacto conmigo y les he llamado en cuanto he salido del curro. Y cumpliendo una de las implacables leyes de Murphy, no hay situación que no sea susceptible de empeorar. Por uno de esos azares caprichosos del destino, los marchistas se han convertido en ese oscuro objeto del deseo que, por un lado la Prefectura de policía y por otro la Gendarmería, se disputan para obsequiarles con toda clase de "atenciones".

Me explico. Cuando la "Serpiente Naranja" atravesó la frontera, encontraron un vehículo abandonado a pie de carretera con las puertas abiertas. Como hablamos de gente que tiene querencia a pensar en los demás, solicitaron a un ciudadano francés que avisara a las autoridades por si había ocurrido algún accidente o alguien se encontraba en problemas y continuaron su camino.

Pues bien, viene a resultar que en dicho automóvil se hayó un alijo de drogas (dato que nuestros compañeros desconocían hasta el día de hoy). Y como recompensa a su samaritana acción, la comitiva a Bruselas está siendo vigilada y seguida por el departamento de narcóticos, desde la ciudad de Versalles, y no dudan en pararles reiteradamente y formularles todo tipo de preguntas acerca de la finalidad de su viaje, motivaciones, etc...

Cuando escribo estas líneas uno de los activistas, José Luis Martínez, ha decidido acudir voluntariamente a prestar declaración para tratar de esclarecer la escasa información de que disponen e intentar, de este modo, que ceda esta presión policial. Mañana os contaremos si su gesto de bonhomía ha servido para algo o al final ha recibido alojamiento gratuito por gentileza de los gendarmes galos.

Por otro lado, desde que la Marcha partió de París, sufren el acoso de las Prefecturas, que acogiéndose a una alerta anti-terrorista, hacen abuso de su autoridad para interrogar exahustivamente a los compañeros adviritiéndoles de que va a ser así durante todo lo que les queda de trayecto.

Es lógico. Es bien sabido que, metido uno a practicar el terrorismo, lo mejor para pasar desapercibido es enfundarse unos chalecos naranja y enarbolar unas cuentas banderas en las cuales predominen los tonos rojinegros. Es lo más "in" en técnicas de camuflaje.¡ A ver si aprenden esos mindundis del fundamentalismo islámico y los pistoleros de la ETA! Esas tontadas del pasamontañas y ocultarse en pisos francos está absolutamente demodée. El "non vas Plus" es el terrorismo itinerante disfrazados de activistas. Seguro que, bajo la apariencia inocente de sus destartaladas mochilas, esconden armas de destrucción masiva como una loganiza recalentada o una bota de vino a la que se le ha picado el contenido.

Por si todo esto fuera poco agobio para mis amigos, va y se les estropea la furgoneta de apoyo. El señor "Ponzoñas", que eventualmente actúa como conductor, se ha encontrado con graves apuros para ubicar un taller, hacerse entender, conseguir que le hicieran un apaño y regresar a la altura por donde los compañeros continuaban con su propio periplo de vicisitudes.

En resumen, que a pocos días vista de finalizar su aventura, todo se conjura en contra de los marchistas. Pero como se trata de una gente incombustible, no pasen pena. Aunque el mismísimo Sarkozy se desplazara personalmente a zancadillear esta misión, nuestros intrépidos representantes encontrarán la forma de hacer llegar su mensaje hasta Bruselas.
Pero por si acaso sigue la mala racha... no descarten la idea de participar en una colecta para poder pagarles la fianza. Ya sabe, por si las "mouches".

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