Marta Nebot

Políticas en primera persona

Doña Elena Salgado (vicepresidenta económica) es economista e ingeniera industrial. Cuando estudió lo segundo era la única chica y, además de sufrir los inconvenientes de no disponer de baño en el edificio, tenía que soportar las atenciones de un profesor sin identificar. Este maestro, cada vez que terminaba una explicación preguntaba: "¿Lo entienden?". Luego, se dirigía a su mesa y le preguntaba, en particular, de manera que todos lo escucharan: "¿Y usted? ¿También lo entiende?". Según ella, no había mala intención en la repregunta pero algo habría para que, 40 años después, se acuerde de la anécdota.

Otra ex ministra, esta del PP del  2000-02, Doña Anna Birulés, también se vio obligada a buscarse la vida para orinar. Al principio de su carrera en el mundo empresarial, vino a Madrid para  reunirse con una importante entidad financiera. En un descanso, preguntó por el servicio, siguió las indicaciones recibidas y, de repente, los de seguridad y el director general en persona fueron a detenerla y a disculparse. No había servicio de señoras. Vamos, que si hubiera sido una discoteca habría habido una puerta con misil y ninguna con volcán. Y, digo yo, ¿qué hacían las secretarias?

Doña Ana Botella, sorprendentemente, también ha querido compartir su experiencia conmigo. Empezó a trabajar hace más de 35 años aprobando una oposición para el Ministerio de Medio Ambiente y el jefe de departamento le dijo: "No le consideraba para nada y no le daba trabajo. Parecía que quería que se fuera de compras y poco más. Esto a Ana le irritaba porque aspiraba a prosperar, aprender, trabajar...", según la intermediaria. Con esta experiencia ¿no es sorprendente que se oponga a las cuotas que impiden que semejantes individuos destruyan las carreras de mujeres sólo por serlo? Para mí que se confirma: las disciplinas de partido son insondables.

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