Merienda de medios

Un juicio de locos

Ha comenzado el juicio contra Ibarretxe, Patxi López y Otegi et alters, un proceso que bien podría derivar en un círculo vicioso. El lehendakari y el líder del PSE se vieron con el tal Arnaldo en el llamado proceso de paz, y por ello se les juzga como cooperadores necesarios en un delito de desobediencia al Supremo que, como se sabe, ilegalizó Batasuna y prohibió su acción política. Este jueves los tres han vuelto a reunirse en la sala de vistas e, incluso, Ibarretxe y Otegi se han dado la mano mientras hablaban, quizás, de política, por lo que cabe la posibilidad de que alguien acuse al tribunal de cooperador necesario en un nuevo delito de desobediencia. ¿No es más cierto que si se encontraron allí fue por decisión judicial?

Lo del apretón de manos ha producido inquietud en el tertulianismo. "Ese saludo de Ibarretxe a los dos terroristas, tan bien puesto en escena, me pareció escalofriante", explicaba horrorizado José María Marco en la Cope. Igualmente asustado –algo insólito en un reportero de guerra jubilado–, Alfonso Rojo llamaba la atención en Punto Radio sobre sus rostros: "Si la cara es el espejo del alma, es para echarse a temblar porque la cara de alegría que tenían saludándose Otegi y el lehendakari parecía casi obscena".

A diferencia de la princesa, el lehendakari está alegre. ¿Qué le pasa al lehendakari? Pues que los jueces son "mayormente afines", tal es la opinión de José Antonio Vera en La Razón: "Así que como el veredicto está ya escrito, lo que hoy interesa al presidente vascongado es disfrutar sin descanso del eco mediático de su martirio, para poder aparecer otra vez ante los votantes como un santo abertzale torturado por el centralismo español".

Claro que lo del veredicto es lo de menos. Antes de meterse con Rajoy, César Alonso de los Ríos lo razona en ABC con implacable lógica: "Condenados o absueltos, en marzo serán jefes del Gobierno vasco o Ibarretxe o López, y tanto el uno como el otro terminarán llevando a cabo el mismo programa, esto es conceder una mayor autonomía al País Vasco, que a estas alturas equivale al reconocimiento de la soberanía (...). Realmente, la independencia".

La sigla perdida

El verdadero culpable es Zapatero, y así lo advierte un José María Carrascal siempre vigilante en el monárquico diario: "El PSOE es cada vez menos español y menos autonómico, hasta el punto de haber dejado caer de sus siglas la E para sustituirla por la inicial de su comunidad (...). Por este camino, volvemos, no a la II República, sino a los reinos medievales". Es algo que ni el Romancero contempla: "Morirán los castellanos / antes de ver tal jornada; / montañeses y leoneses, / y esa gente asturiana...".

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