Merienda de medios

Álvarez o la fuerza del sino

Pedro García Cuartango, que sigue siendo un sabio pese a su contacto diario con el logroñés que gobierna El Mundo, sentenció ayer que Dios es tan improbable como el azar. Pero nada ha dicho acerca del destino, que es la fuerza más citada, no ya para explicar la existencia, sino para disculpar cualquier error. Al destino se ha acogido Magdalena Álvarez para justificar el caos de Barajas tras la nevada del viernes. ¿Es la ministra un juguete en sus manos? ¿Está escrita su destitución en las estrellas?

Para contestar a esta última pregunta, Antón Losada recurría en la tertulia de la Ser a la teoría del yogur, más científica que el oráculo: "Es una ministra que ha caducado. No caerá en esta crisis porque el primer mandato de un presidente es no cesar nunca a aquel que pide la oposición que sea cesado". Existe consenso en que la ministra no es perfecta e, incluso, puede entenderse que la simplicidad de sus frases genere desconcierto, como la reproducida por Gundín en La Razón: "Hay mucha nieve porque ha nevado mucho". Pero lo "asombroso", a juicio del mundial Santiago González, es que "contra la clamorosa incompetencia de la ministra, una tertuliana del PP busca la culpabilidad en el acento".

"Penoso chapurreo" lo llama en el ABC Eduarne Uriarte, una catedrática que escribe como un párvulo. ¿Qué decir entonces de las espantosas torturas de Uriarte a la sintaxis castellana? Lean: "Después de haber introducido como objetivo preferente en el Estatuto andaluz la defensa de la modalidad lingüística andaluza que, ¡pobres andaluces!, dicen los de la txapela [traducir por forofos], es el verbo inconexo, torturado e incomprensible de la ministra".

Además, es innegable que Álvarez ha ejecutado en Barajas un canto a la igualdad de todos los españoles. "Yo pensaba que había cosas que sólo ocurrían en Barcelona", aseguraba Enric Juliana en Onda Cero. Y aunque sólo fuera por ello, quizás se mereciera la defensa que le brindó el presidente cántabro Revilla en la misma emisora: "Se está cargando muertos que no le corresponden (...). Es una mujer muy seria en su trabajo, muy puntual en su horario y que cumple los compromisos cuando los da".

«Huid, miserables»

Por el camino opuesto, Martín Ferrand llegaba en La Estrella a la misma conclusión: "Álvarez es una calamidad y no vale la pena ensañarse con ella, pobrecita". A su juicio, la ministra no es un instrumento del destino, sino de Zapatero, "el inútil que no se desgasta". Puede que lleve razón. Nadie se imaginaría a la de Fomento repitiendo las últimas palabras de Don Álvaro (el de la fuerza del sino) antes de suicidarse: "Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables". Entre otras cosas, porque huir de Barajas era imposible.

Más Noticias