Modos y Modas

María, ven acá corriendo

EL ANTÍDOTO// MAGDA BANDERA

Una Navidad, hace muchos años, comprendí que catalanes y andaluces eran algo distintos. Como barcelonesa de familia malagueña, mi parte andaluza celebraba la Nochebuena el día 24 y la catalana, Sant Esteve, el 26. En casa de un emigrante bien integrado, las fiestas se alargan a tres días y se combinan zambombas y canelones. Sin embargo, debo confesar que cuando era niña me daba cierta rabia que los catalanes hiciesen vida normal justo la noche en que María necesitaba panderetas de apoyo, mientras paría muerta de frío al lado de una mula. Me parecía egoísta no empezar la fiesta hasta que esa bendita mujer ya había hecho todo el trabajo e incluso le había pasado la escoba al pesebre para atender las visitas.
Con el tiempo, he entendido que los catalanes se ajustan más a la realidad. Sólo hay que ir al mercado y comprobar quién hace cola en el puesto de las angulas, quién se ha devanado los sesos preparando el menú y los regalos, y, sobre todo, quién se pasará media Navidad pendiente del horno. Solitas y sin panderetas. Cuando finalmente se sienten a descansar, algunas de esas marías tendrán que tragarse un especial de Escenas de matrimonio, en el que se mofarán de mujeres de su edad que se les parecen, esencialmente, en el peinado. Para compensar, alguno de sus modernos vástagos soltará "yo odio la Navidad" y sentirá que es un rebelde. Pero hay esperanza, sus hijas y nueras tienen más suerte. En Navidad, muchas de ellas incluso conducen el automóvil bueno de la familia de vuelta a casa. Es lo que tiene el anís.

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