Cabeza de ratón

Degenerados y regenerados

Leo en un diario: el PP y el PSOE, o el PSOE y el PP  (el orden de los factores no altera el producto) aplazarán la regeneración política hasta septiembre. Al menos unos meses de prórroga para asimilar el nuevo estatus y poner los papeles en orden o en el triturador. Predicar la regeneración es reconocer que ha existido una degeneración previa , los degenerados son los que necesitan regenerarse, aunque me temo que esa regeneración que pregonan preferirá la cosmética a la ética, el maquillaje y el camuflaje, cambiar de piel hasta que escampe y puedan rebrotar con sus privilegios y sus subterfugios. El desprestigio de la clase política no es un fenómeno puramente local, no hay nadie libre de pecado para arrojar la primera piedra entre los profesionales de la "Casta". Hasta Susana, de puro encaste socialista obrero, se encuentra rodeada de descastados que no buscan, como ella, el poder sino el dinero que engrasa los ejes de la maquinaria política, desde que se inventaron el dinero, las máquinas y la política.

"Prohibido cantar y bailar y hablar de política", así rezaba un cartel que exhibían en sus muros muchas tabernas durante el caudillato. El fútbol y los toros eran los temas preferentes de tertulias y corrillos. Así fue y ha sido hasta que la selección española de fútbol abdicó vergonzosamente de su corona mundial. En el bar de la esquina, foro espontáneo, asamblea improvisada  donde toda opinión tiene su asiento y su réplica, escuché a dos parroquianos, libres de toda sospecha, discutir sobre la deflación y sus peligros: "Pero cómo puede ser malo que bajen los precios, en todo caso será malo para los que venden pero no para los que compramos, que somos mayoría y no llegamos a fin de mes". Ante tan ingenuas afirmaciones, su interlocutor aducía que con la deflación las empresas no crearían empleo, opinión compartida por un repartidor de pizzas con un contrato de tres meses, trescientos euros, más las propinas.

En el bar de mi esquina hace tiempo que cambiaron los temas de conversación, la crisis introdujo nuevos asuntos para debatir, la facción crítica, arrinconada al fondo del local, empezó a hacerse oír y a plantear ante la pública (y a partir de cierta hora etílica) asamblea  sus tesis y sus hipótesis, hasta ese momento ignoradas por la concurrencia. En el bar de mi esquina se habla del IPC y del BCE, del FMI  y del IBEX, del PIB y del IBI, del IRPF y de las preferentes, de los expolios y de los monopolios.

La regeneración se aplaza hasta septiembre, está en lista de espera pero nadie quiere operar y no se pueden poner plazos para combatir esa metástasis, esa gangrena que corrompe y corroe las instituciones públicas hasta descarnarlas y dejarlas en el puro hueso. Para afrontar y responder a tanta provocación de la realidad, el partido del Gobierno ha organizado dos escuelas de verano, dos, para recuperar y reinsertar a sus alumnos desnortados antes de que huyan en desbandada buscando siglas más prometedoras para medrar en los escalafones. No sé si el PSOE habrá abierto alguna escuela veraniega, lo que parece claro es que muchos de nuestros políticos necesitan terapia.

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